Hace 130 años que nació Rodolfo Llopis en el pueblo alicantino de Callosa de Ensarriá. Profesor y político, fue secretario general del PSOE hasta que le hicieron un 'recorte' en Suresnes. El socialista y masón alicantino vivió una larga década en Cuenca desde que llegó a nuestra ciudad con 24 años, en 1919, para ser profesor de Geografía en la Escuela Normal hasta que marchó a la capital de España, en 1931 al ser llamado para ocupar el cargo de Director General de Enseñanza.
En 1995, con motivo de la llegada a España desde Francia –donde vivió exiliado– del importante archivo de Rodolfo Llopis (documentos y papeles que en nada tiene que envidiar a los de Azaña), apareció un enjundioso y novedoso artículo sobre el legado documental del profesor y político firmado por Florencio Martínez Ruiz, en el que afirmaba, en relación con la estancia del alicantino en nuestra capital, que Rodolfo Llopis protagonizó en Cuenca un momento de 'aggiornarmiento', e incluso de fuerte polémica civil en la vida conquense. Fue la suya una época 'en punta', de indudable efervescencia ideológica y gran activismo político. Con independencia de su militancia y aún precisamente por ella, sus actividades educativas, pedagógicas, literarias y periodísticas supusieron una reactivación terrible, capaz de desconcertar a los sectores tradicionales y avivar hasta el límite la acción de los sectores más activos.
Profesor de la Escuela Normal (cuyo moderno edificio ayudaría a levantar en su tiempo de director general de Enseñanza), conferenciante y escritor, no sólo arrimó el hombro como cofundador del periódico La Lucha y de la revista Electra, sino que fue durante una década, feliz y excelente corresponsal del diario madrileño El Sol, donde publicaría no menos de un centenar de modélicas crónicas sobre la vida conquense y sus problemas.
Masón en Cuenca. Ángel Luis López Villaverde, estudioso del pasado socialista y masón de Llopis, afirma que entró en la masonería conquense para conocer a personas y personalidades de diferentes sectores de la sociedad que de alguna manera estaban descontentos con la España del momento. En 1923, en los últimos meses del gobierno primoriverista, Llopis se inicia en la masonería a través de la logia madrileña Ibérica nº 7 y de ahí pasa a ejercer un proselitismo captador (hermano Antenor) de varias personalidades de la Cuenca de la época como Giménez de Aguilar, Crédulo M. Escobar, Ángel Sánchez Villacañas, Francisco Delgado del Hoyo, Aurelio Almagro, Aurelio López Malo y Felipe de la Rica.
La aportación más destacada de Llopis en esa etapa de la masonería en Cuenca es la fundamental participación para que apareciesen dos publicaciones, Electra y La Lucha, medios escritos que permitieron una verdadera interacción de los masones y la sociedad conquense.
El Llopis periodista se vislumbra de forma natural con sus crónicas y noticias dedicadas a informar del progreso de la capital, a dar interesantes efemérides históricas de la ciudad y la provincia, las bellezas naturales y monumentales provinciales… todo ello con una pluma «bien cortada» publicados en el diario madrileño El Sol, del que fue corresponsal en Cuenca.
Hacia el año 1925 es cuando Llopis 'meterá' a Cuenca en el prestigioso periódico El Sol a través de más de cien crónicas en las que mostrará a los muchos lectores del diario las maravillas del Castillo de Belmonte, el Cañete de don Álvaro de Luna, el Priego de los Mendoza, las Torcas o la maravillosa Ciudad Encantada… En esa misma época, otro importante enconquensado como Martínez Kleiser también publicaba crónicas con acento conquense, lo que provocó una sana competencia literaria que produjo un enriquecimiento periodístico rotundo.
Llopis desde Cuenca no sólo publicaba en la prensa masónica o madrileña, también aprovechó para «escribir, traducir y publicar algunas obras de interés: el libro sobre el educador italiano Patri, la Guía Artística de Cuenca, los libros de Biervliet, Jules, Robert Dottrens o Albert Thomas, así como la publicación que recoge sus conferencias en las Escuelas Aguirre de Madrid, sobre la obra educativa y social de la escuela y la libertad de Lucas Aguirre, filántropo liberal y masón».