Los combustibles encarecen su precio un 7% desde enero

Leo Cortijo/Redacción
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Los tres carburantes de referencia, gasolina 95 y 98 y diésel, tenían un coste medio de 1,699 euros el litro a principios de año, y éste se ha encarecido hasta 1,818 euros.

El trabajador de una estación de servicio dispensa combustible a uno de sus clientes. - Foto: Luis López Araico

Ir a la gasolinera se ha vuelto a convertir en un quebradero de cabeza para los bolsillos. De un tiempo a esta parte, los precios no paran de subir y los guarismos de los combustibles dibujan día tras día nuevas trayectorias al alza. La relajación de los precios, acolchada en su momento por la ayuda del Gobierno de los 20 céntimos, mitigó el golpe en las economías –sin discriminar nivel de renta–, cada vez que había que llenar el depósito del coche. A ello se llegó tras el pico alcanzado en junio del año pasado cuando, sin ir más lejos, la gasolina 95 superaba los dos euros en ocho de cada diez gasolineras conquenses.

Hoy la situación empieza a recordar a la de entonces. El precio medio de los carburantes ha proseguido su escalada y no deja de encadenar semanas de subidas, con lo que acumula un encarecimiento de hasta el 16% desde el arranque del verano. En concreto, la gasolina de 95 octanos alcanza 1,793 euros por litro de media en la provincia, o lo que es lo mismo, casi 20 céntimos más cara que a principios de año, cuando todavía estaba vigente la ayuda estatal. La de 98, por su parte, marca ahora 1,937 por los 1,788 que marcaba el pasado mes de enero, o lo que es lo mismo, más de un ocho por ciento de incremento. En el caso del diésel la subida es algo más liviana, de entorno al 1,7 por ciento, pasando de 1,697 euros/litro a 1,725.

Con estos nuevos repuntes, el precio de ambos carburantes se consolida ampliamente por encima de los niveles en los que se situaba antes del estallido de la guerra de Ucrania por la invasión rusa, que comenzó el 24 de febrero de 2022 y que, en el caso del diésel, era de 1,479 euros por litro, y, para la gasolina, de 1,594 euros por litro. No obstante, ambos carburantes no han llegado a tocar, a pesar de esta tendencia al alza de los últimos dos meses, los máximos que tocaron hace más de un año, cuando en julio tanto la gasolina como el gasóleo alcanzaron los 2,1 euros.

El trabajador de una estación de servicio dispensa combustible a uno de sus clientes.El trabajador de una estación de servicio dispensa combustible a uno de sus clientes. - Foto: Luis López Araico

Así todo, con los precios actuales, el llenado de un depósito medio de 55 litros de gasolina asciende hoy por hoy a unos 96,3 euros, frente a los 82,9 euros –unos 13,4 euros menos– que costaba a estas alturas del pasado año, incluyendo el descuento de 20 céntimos por litro que estaba vigente hace un año para paliar las consecuencias económicas derivadas de la guerra en Ucrania. De hecho, el coste es prácticamente el mismo que cuando el Ejecutivo anunció esta subvención. En el caso del gasóleo, el llenado de un depósito medio de 55 litros supone actualmente unos 91,74 euros, unos 2,1 euros menos que los 93,83 euros que costaba en el mismo periodo de 2022.

Con estos números cuando uno se encuentra frente a frente con el surtidor, no es de extrañar que haya sectores que ya hayan alzado de nuevo la voz. Ese es el caso de los transportistas, que reclaman la recuperación de la ayuda de los 20 céntimos debido a la espiral inflacionista. De hecho, amenazan con posibles movilizaciones a final de año si no llegan estas ayudas. El presidente de la Federación de Empresarios de Transporte de Mercancías de la región, Carlos Marín, recordó en unas recientes declaraciones que para su sector el combustible supone, dependiendo de las épocas y los precios que tenga, entre un 34 y 40 por ciento de sus costes, por lo que su encarecimiento es un problema «muy grave».

Lo peor es que la tendencia, según los expertos, seguirá siendo alcista en las próximas semanas. El precio de los carburantes depende de múltiples factores, como su cotización específica, la evolución del crudo, los impuestos, el coste de la materia prima y de la logística y los márgenes brutos. El último vaivén es que ante el desplome del precio del crudo por la falta de demanda, los países extractores decidieron recortar su producción, con Arabia Saudí a la cabeza, y eso hace contener la respiración a los estados dependientes de estas fuentes de energía.