Es el plan habitual para ver una buena película en la tele, un partido de fútbol, una final de tenis con Rafa Nadal dentro o la final de Eurovisión. Cerveza y palomitas, aunque hay quien previere bebidas más fuertes, tortilla y sándwiches. Pero un buen espectáculo ante la televisión es éxito familiar, o de amigos, seguro.

La política también tiene sus momentos cumbre. El martes promete, con un pleno del Congreso que ningún fanático de la actualidad se va a perder. Ver a Ramón Tamames proponerse como presidente del gobierno tiene su aquel, por su forma de ser, por su edad y porque le tiene ganas a Pedro Sánchez.

Madrid, la política madrileña, también merece asiento de primera fila ante la pantalla de televisión. Más Madrid aspira al segundo puesto en las autonómicas, que todo el mundo sabe que ganará Ayuso. Pero el segundo puesto lo disputan Más Madrid, Vox y el Psoe, este último que no está muy allá en sus aciertos madrileños. La clave está en Mónica García, la candidata de Más Madrid.

Se mueve bien pero tiene puntos flacos. Ha sido la promotora de la huelga de médicos, con la que se ha puesto muchas medallas, pero se desinfla el asunto. Primero, porque se acaba de desconvocar la huelga; segundo, porque aún se le recuerda a la candidata de MM que dejó de trabajar un tiempo para dedicarse a la política pero siguió cobrando su salario de médico; y, tercero y más grave porque apenas faltan dos meses para las elecciones, acaba de tener un tropiezo monumental al intentar desacreditar al consejero de Sanidad, Enrique Osorio, acusándole de cobrar la famosa prestación de 200 euros que creó el gobierno de Sánchez hace unas semanas. Prestación que Moncloa presentó como el no va más hasta que se vio que era una subvención anual, no mensual. Mucha gente se consideró estafada ante un anuncio tan triunfalista.

Pero no iba de eso el caso Mónica García, sino de su error estratégico.

Acaba de acusar al consejero de cobrar esa subvención cuando se descubrió que también la cobraba ella misma, por ser familia numerosa los dos. De ahí lo de la cerveza con palomitas, porque este jueves ha habido gran espectáculo en la Asamblea de Madrid.

La cara de bochorno de García, las arremetidas de Ayuso, las reiteración de García de que no sabía que recibía esa subvención y la pensaba devolver; Ayuso diciendo que el gobierno central debería hilar más fino en las subvenciones, teniendo en cuenta factores de ingresos y que no fueran automáticas para familias numerosas, García pidiendo disculpas a los madrileños por haber descalificado al consejero, Ayuso denunciando su hipocresía…

La calidad del debate político actual es indescriptible. Empezando porque ni siquiera los candidatos más punteros se toman la molestia de estudiar a sus contrincantes antes de tirarles piedras. Y aún peor: ni se molestan en conocer sus propias cuentas para saber de dónde proceden sus ingresos.