Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Nacer, pacer, mecer, lucir

23/02/2024

Canas que no piden permiso, arrugas de reír y llorar que aporrean la puerta, rodillas sonando al tumbarse en el sofá del alma, más batallitas que batallas en el relato... No sé, me hago viejo. Los de más de 39, disculpen; los de menos, entiendan. Al caso: llevo más años viviendo en la capital de España que los que residí en mi ciudad natal, y no sé si eso me hace menos conquense. ¿Uno es de donde pace o de donde nace? Porque nacer, nací en Maestro Pradas, según mi madre que estaba allí y según mi padre que llegó tarde (te lo perdono y no le cobro esta línea al director). En lo que fue una clínica y ahora es la oficina del paro, con vistas al Parque de San Julián. Pero pacer, pazco en Madrid, 20 años ha. Y me perturba pensar si soy menos conquense de lo que debería o de lo que deseo. Que Zóbel nació en Filipinas, paciendo Cuenca menos que yo, y tiene un instituto y una calle a su nombre en nuestro pueblo, donde se meció, donde estudié, donde él lució. Dime si no es pacer pintar lo que paces, lo que te mece, donde te luces.

Ante el vicio de hacerme preguntas, cosas de periodista, me obligo a buscar respuestas. Me las dan desde Fuente de Pedro Naharro, desde Valdeolivas, desde Belinchón, sin salir del madrileño barrio de donde pazco. Y los tres naciendo donde yo nací cuando yo ni había nacido. Porque pacer, pazco en el barrio de Acacias. Y aquí, el de Belinchón, Miguel, lleva 60 años vendiendo embutido en la calle Toledo y en Antón Martín. Tras seis décadas dando de comer a los madrileños, pace Madrid al mismo tiempo que exhuma su tierra. 'El Paleto de Cuenca' como marca e insignia. ¿Es de donde nace? ¿Es de donde pace? Es de donde luce. Y luce Cuenca, paletidad mediante.

El de Valdeolivas, Andrés, luce en Paseo de los Olmos la mantequería más ilustre del centro de la capital del reino, con un escaparate salpicado de conquensidad. Hablo con él, le pregunto. Y siempre Cuenca por delante. La pace, la luce, aunque no nació, aunque no se mece en ella. Los de Fuente de Pedro Naharro, Julián, Leo, y más allá, Marisol y Almudena, llevan 50 años en Madrid. Todos ellos friendo patatas, las que venden, las que lucen. Paro un poco y reflexiono sobre cuántos de los nuestros viven, pacen, lucen Cuenca en Madrid. Abraham, Pablo, José Miguel, Ana, Adolfo, Santiago. Todos, todos pacen aquí, sin dejar de mecerse en la Cuenca que les acuña. La que lucen. Y después miro la maldita estadística, la de que hay más conquenses fuera de Cuenca que en Cuenca, la de que hay más conquenses luciéndola que paciéndola. Y no sé si soy de lo uno, de lo otro, de los dos.

Nací en Cuenca, pací allí. Mezco allá cada vez que la piso y la luzco cada vez que no la pazco. Y en ninguno de los dos casos sé si lo estoy haciendo bien. Ustedes me perdonen. Pero sueño la Cuenca que me pazca, que me mezca, que me luzca, para volver a nacer en ella. Y naceré. Y me mecerá. Y la luciré.