La cara 'B' de los festivales

Guillermo Güemes
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La posibilidad de que en estos recintos haya alternativas a la hora de consumir bebidas y alimentos es una cuestión que afecta a muchas personas como celíacos y diabéticos

Los festivales están de moda, con Oasis Sound en La Solana, Vive Fest de Guadalajara o Estival Cuenca, pero el más mítico de la región es el Viña Rock. - Foto: Rubén Serrallé

La sintonía para muchas personas cada año es la de elegir a que festival acudirán. En Castilla-La Mancha hay varios de estos eventos musicales como el Oasis Sound (La Solana, Ciudad Real), CapitalFest (Talavera), Estival Cuenca, Vive Fest (Guadalajara) o Viña Rock (Villarrobledo, Albacete). Este último es el más multitudinario de la región y a él que acuden miles de personas cada año desde todas las partes de España.

Como toda buena maqueta hay una cara 'A' y una cara 'B'. Entre los pros se encuentran, por ejemplo, descubrir nuevos grupos, disfrutar de los amigos, conocer gente nueva y visitar nuevos lugares. De los contras destaca la tendencia a poner unos precios excesivos de la comida y la bebida en los recintos de los festivales, una cuestión legal que se repite todos los años.

A todo ello, se suma la «nula información sobre alérgenos», cuenta Alba, aragonesa y celíaca que ha asistido al Viña Rock hasta en seis ocasiones. Alba explica que «por motivos de alergias, en principio, no tendría que tener problema» para introducir comida en el recinto del festival. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) asegura que «la regulación autonómica de estos eventos y sus restricciones es muy dispar, y en algunos casos lesiona los derechos de los consumidores».

Hay comunidades autónomas que prohiben la entrada al recinto de alimentos y bebidas del exterior «cuando el festival comercializa las suyas propias, para proteger la actividad comercial del empresario», detalla la OCU. Otras regiones, como es el caso de Castilla-La Mancha, no tienen restricciones legales, pero «encuadran esta cuestión dentro del derecho de admisión» del propio festival.

Este asunto puede conllevar un perjuicio para algunas personas como Pablo, madrileño y diabético que frecuenta el festival villarrobledense, que deben consumir agua de forma «frecuente». Asegura que siempre ha podido acceder con comida al recinto al tener «un informe clínico» que lo avala. En ocasiones ha sufrido esperas por «entrar con la insulina», ya que hay personas que les causa impresión «el tema de las jeringuillas», pero no le ha dado mayor importancia porque siempre ha podido pasar con sus medicamentos.

Una queja frecuente en este tipo de eventos multitudinarios es la instalación de fuentes de agua potable, cuestión que, tanto Alba como Pablo, reivindican. «Recuerdo que tampoco se podían meter botellas», relata Alba, y para colmo «no había fuentes» en el recinto, remata Pablo.

En los puestos de comida y bebida se puede comprar agua embotellada, pero retiran el tapón de plástico para evitar que se produzcan lanzamientos contra otros asistentes o los propios artistas del festival.

«Era imposible rellenar la botella» con o sin tapón, precisamente por esta falta de fuentes de agua, «algo que me parece criminal estando en ola de calor como estábamos», sentencia la aragonesa. «La gente podría haberse muerto de deshidratación a tres euros la botella de 0,35 centilitros», asegura Alba.

Para la OCU, «la finalidad principal de un festival es la música, no la restauración» y consideran que cualquier restricción, sea una persona alérgica o no, es «una limitación abusiva».

«Yo me he llegado a comer una salchicha sin pan y me la han cobrado al mismo precio por no tener opciones sin gluten», concluye Alba. Por su parte, Pablo ha tenido algunos percances con los caramelos que siempre le acompañan y que necesita ingerir si sufre «un bajón de azúcar». «Me han hecho tirarlos y quedarme sólo con uno», un problema que se agrava al no vender dentro del recinto «casi nada que lleve azúcar».

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios, piden que «cuando se prohiba la entrada de comida, al menos se permite la salida temporal de los usuarios para consumir donde consideren oportuno», una medida que el Viña Rock cumple y permite el acceso de todo tipo de alimentos al camping, situado bastante cerca del recinto del festival.