Juan Carlos I ha regresado al puerto de Sanxenxo (Pontevedra) tras algo más de dos horas y media de entrenamiento en el Bribón, la embarcación de la que es patrón su amigo y anfitrión Pedro Campos.
De nuevo, prensa, los que más, y algunos vecinos han querido presenciar desde el paseo el momento del desembarco.
Algunos de los lugareños presentes han comenzado a gritar "¡Majestad!" y, ya en las proximidades del pantalán, el emérito ha saludado con la mano, el mismo tímido gesto que ha tenido la víspera.
A continuación, nuevamente han asistido al emérito para abandonar la embarcación y acto seguido se ha dirigido junto a Campos al vehículo en el que habían venido por la mañana.
Ese corto trayecto ha sido suficiente tiempo para que una persona le acercase una pandereta y el emérito la agitase en el aire.
Escoltado, Juan Carlos I ha dejado atrás el puerto, por lo menos hasta la jornada de mañana, en la que es posible que vuelva a repetirse otro entrenamiento de estas características.
Y ya el sábado comenzará la regata.
La previsión es que su estancia en Galicia esté marcada por la discreción, después del malestar que causó en el Gobierno su publicitada visita anterior y su negativa a dar explicaciones por su comportamiento personal motivado por las irregularidades fiscales que cometió en los últimos años de su reinado.
Debido a sus problemas de movilidad, la idea del rey emérito, de 85 años, es reposar y entrenarse con la tripulación del Bribón con vistas a la regata que se va a celebrar el sábado y el domingo.