Editorial

Mientras la campaña avanza, el Euríbor sube y atenaza a las familias

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La campaña electoral opaca muchas realidades. La tensión política, el 'frentismo' y todas sus manifestaciones logran trasladar a la opinión pública un debate que es más cosmético que real y que no deja de proyectar una simple lucha por el poder en los minutos de descuento, acaso en esta ocasión más relevantes que de costumbre por lo ajustado de las encuestas. Es poderosamente llamativo que cuestiones como la guerra en Europa, el suministro energético de Occidente o la inflación desbocada han pasado a la segunda o tercera línea de los titulares, y eso allí donde todavía cotizan. Sin embargo, como en el cuento más corto del mundo, cuando despertemos de la campaña, el dinosaurio seguirá ahí.

Merece atención concreta la subida continuada de los tipos de interés. El Euríbor, índice de referencia para calcular la cuota hipotecaria de millones de familias españolas, cerrará el año en el entorno del 4%, según las predicciones de los organismos públicos y privados. Eso llevará las hipotecas variables a un entorno del 5%, haciendo inviable el pago para los propietarios que se den de bruces con un crecimiento exponencial de sus cuotas aparejado a una pérdida de poder adquisitivo que se extiende sin horizonte. No es una broma; España debería haber escarmentado de lo sucedido entre 2008 y 2013 y comienzan a verse situaciones que recuerdan dramáticamente a lo vivido aquellos días. El sector financiero, cierto, se ha preparado y no espera unos índices de morosidad altos gracias a la revisión de las condiciones, que se prevé masiva, pero eso no significa que no se esté produciendo una pérdida de capacidad de consumo que puede trasladarse al mercado de la noche a la mañana. Por ahora, los indicadores de la economía española son buenos, lo que empuja al Gobierno a un tancredismo preocupante. Sobre todo, porque la situación se puede agravar.

El Banco Central Europeo (BCE) es conocido por no hacer prisioneros cuando empuja el alza de tipos como un émulo de la Reserva Federal norteamericana (FED), pero en ocasiones olvida que las economías de Estados Unidos y Europa no son homologables. En 2008, cuando la crisis financiera ya era un hecho y en Estados Unidos habían caído estructuras económicas completas, el BCE subió los tipos de interés y los llevó por encima del 4%, una decisión fatal que agravó un problema que ya era evidente y que se cebó con países como España por su exposición al mercado hipotecario y al sector de la construcción. Quizás el día 29, cuando la resaca electoral haya templado los ánimos de los gobernantes, este país regrese al debate sobre las cosas importantes... Antes de que sea tarde.