Dos esplendorosos espacios, llenos de arte por sus cuatro costados, exterior e interiormente, están siendo centros de referencia en este verano caluroso que nos invade. Por un lado, el antiguo convento de las Madres Carmelitas Descalzas, ubicado en la parte alta de la ciudad, en el rincón de San Pedro y la calle de Ronda, donde Sebastián de Covarrubias y Horozco, capellán de Felipe II y canónigo de la Catedral de Cuenca tuviese terreno y casa mientras hilvanaba el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, y que alberga la maravillosa colección del recordado filántropo Antonio Pérez, cuyo rincón alude a ese «coleccionista de amigos» como frase alusiva a su carácter.
Y por otro, la iglesia de estilo tardo-gótico del antiguo convento dominico de San Pablo, ahora albergando la colección de nuestro Gustavo Torner, en ese llamado Espacio Torner, el mismo que en este 2025 cumple sus cien años de vida..., intensa vida dedicada a crear y dejar sentir su imaginación para que nosotros, los conquenses, nos sintamos orgullosos de ese paisanaje. Más de cuarenta obras, entre escultura y pintura, cedidas por el Museo Reina Sofía, ocupan el interior de ese templo.
Dos espacios de arte, dos edificios de magnífica traza –construidos en el siglo XVI– llenos de historia, de misticismo y modernidad, ahora centros de un arte contemporáneo, moderno e innovador, que promociona, todavía más, nuestra ciudad de Cuenca como cuna de un arte de vanguardia.
Y digo que ahora, porque están inmersos en una serie de actividades –culturales y artísticas– que intentan recordar parte de su contenido, expresando en conferencias de reconocidos y prestigiosos autores y autoras lo que han sido en su origen como foros míticos de encuentro y aprendizaje, de expresión y funcionalidad, de divulgación y entendimiento. Por eso, asistir a sus propuestas es enriquecer el espíritu y ayudar con nuestra asistencia y apoyo, a magnificar lo que sus figuras, ya de por sí, han supuesto para Cuenca y España, antes y ahora. Enhorabuena a las instituciones que lo están haciendo posible, porque Cuenca merece seguir apostando por un arte sin límites en lo conceptual y en lo expresivo.