Uno enciende la luz y, ¡una explosión! ¡La bombilla murió! Ante esto, el conquense se sube a una escalera o a la silla y la cambia. Una vez hecho esto, mira el cuerpo del delito y se pregunta, ¿qué hago con este bombilla?, ¿y con el fluorescente ya fundido?, ¿dónde los llevo?, ¿esto se reciclará? Hay respuesta para todo. En muchas tiendas de lamparas o ferreterías hay unas cajas de cartón en donde se pueden depositar, por ejemplo, los fluorescentes. Las bombillas nunca deben depositarse en los contenedores de recogida de vidrios.
Existe una institución que se encarga de recoger todas las bombillas de España que llegaron a su fin, aunque, eso sí, no las de filamentos, sino las de bajo consumo, las LED, los tubos fluorescentes y las bombillas de descarga, que son las que llevan las farolas. Es un proceso que realizan ininterrumpidamente desde su año de fundación.
Cinco toneladas. La asociación que cumple esta función de reciclaje es Ambilamp y nació en 2005. En Castilla-La Mancha, el año pasado se recogieron 67 toneladas de bombillas, de las que 5.343 kilogramos correspondieron a Cuenca, es decir, se retiraron 36.500 bombillas y se evitó la emisión de 405 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Esto significa que cada bombilla reciclada no emana nueve kilos de CO2, o lo que es lo mismo, casi la cantidad que emite un coche durante un día y medio. En proporción al número de habitantes, Cuenca es la provincia castellanomanchega que menos aportó a la cantidad total de la región, aunque desde 2005 el volumen de lo recogido se incrementó un 91 por ciento. Se pasó de una tonelada a superar las cinco en nueve años. Cada conquense recicló 25 kilos el año pasado, o lo que es lo mismo, una media de 170 bombillas. Gracias a este gesto, cada habitante de la provincia evitó la emisión de 390 kilos del CO2.
Clara Pérez, directora de Comunicación de Ambilamp, explica a La Tribuna que las bombillas de filamentos no se suelen reciclar, aunque señala que «si nos encontramos alguna en nuestros contenedores, la tratamos». Aún así, concreta que al estar prohibido fabricarlas, «son cada vez menos frecuentes».
Reciclaje. El proceso de reciclaje suele ser el mismo tanto para las bombillas reglamentadas como para las de filamentos. La única diferencia es que éstas suelen llevar algo de mercurio. Pérez observa que «aunque la cantidad que tienen es muy poca, si se suman todas, la suma pasa ya a ser importante». Una vez que los focos llegan a la fábrica de reciclaje, se separan en vidrio, metal y plástico. Materiales que más tarde Ambilamp vende para poder seguir autofinanciándose.
En España existen más de 20.000 establecimiento adheridos, de los que 76 se encuentran en Cuenca provincia y 15 en la capital. Aparte, existen otros puntos en hospitales o almacenes, destinados sólo para grandes recogidas. Para finalizar, Pérez quiso destacar el proyecto Escuela de reciclaje: Tragamóvil y ecopilas. Un aula móvil recorre España y conciencia a los niños en la importancia del reciclado de los aparatos eléctricos y electrónicos.