Desde el 16 de abril no marcaba Vinícius. Seis partidos consecutivos con Carlo Ancelotti, dos desde que Xabi Alonso tomó las riendas. El brasileño, alejado de la regularidad que le hizo acariciar el último Balón de Oro, volvió a sentirse importante con su club en ocho minutos en los que decidió el duelo ante el Salzburgo del pasado viernes y el liderato de grupo.
La verdadera identidad del extremo, la que le ha costado sostener este curso repleto de irregularidad en el que rebajó su factor desequilibrante, reapareció en Filadelfia al tercer encuentro con el entrenador vasco. Liberado de la banda izquierda, apareciendo por dentro para atacar al espacio y encontrando zonas de remate para estar cerca del gol.
Había perdonado las dos mejores ocasiones del combinado merengue rematando mal a los 14 minutos un servicio con demasiada potencia de Gonzalo García y dejando escapar en el 20 un mano a mano ante el portero rival, que le sacó el disparo con los pies, en la primera ocasión en la que Jude Bellingham vio su desmarque y le presentó un pase preciso.
Lo repitió en el minuto 40, cuando el Real Madrid ya no asfixiaba con su presión al conjunto austríaco ni recuperaba en campo contrario, en el momento en el que se tomaba un respiro tras no encontrar premio a su dominio. La primera vez que pudo correr, golpeó exhibiendo de nuevo pegada. Tres disparos a puerta al Pachuca en inferioridad numérica y tres goles. Cuatro ante el Salzburgo y otras tres dianas.
Era un tanto que necesitaba Vinícius en una temporada en la que rebajó su liderazgo. Poco a poco lo fue cediendo a Kylian Mbappé, ausente por tercer partido consecutivo en el Mundial de Clubes. Autor el brasileño de 10 goles en ocho partidos entre octubre y noviembre, en 2025 se alejó de la portería contraria. Inició el año con una expulsión en Mestalla y apenas marcó siete dianas en 33 choques.
Y se desquitó a lo grande el futbolista sudamericano. Halló el espacio por dentro para lanzar su desmarque, Bellingham le volvió a poner el pase y en esta ocasión lo agradeció con una genialidad: recorte hacia su zurda a alta velocidad y, desde fuera del área, un golpeo ajustado al palo imposible para la estirada de Christian Zawieschitzky.
Cambio de chip
Xabi Alonso fue el primero en celebrar el regreso de la identidad más letal de Vinícius que, liberado, dejó una segunda acción estelar para poner la sentencia al partido y al liderato de grupo. En carrera, dentro del área rival, se inventó una asistencia con una pisada al balón a la llegada desde segunda línea de Fede Valverde en el tercer minuto del añadido. A esas alturas ya se había ganado el galardón de mejor jugador del partido.
«Para el trabajo del equipo, empezando la presión desde arriba, Vinícius y Gonzalo nos ayudan mucho a tener la línea arriba y no hundirnos tanto», resaltó Fran García, en una imagen de mayor implicación defensiva de Vinícius.
Es algo que le ha dejado claro Xabi Alonso desde su llegada. El sacrificio sin balón debe aumentar en los delanteros del Real Madrid. Es uno de los males que han provocado una temporada discreta. No lo consiguió corregir Ancelotti, pese a su insistencia en los duelos en los que su equipo se rompía.
Con más compromiso con el cambio en el banquillo, la mejoría de 'Vini' apareció a la par del crecimiento como bloque de los merengues. En 67 minutos generó cuatro ocasiones, estuvo presente en dos tantos, realizó tres regates y se le volvió a ver disfrutar.