El alma de doña Rogelia

Redacción
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La voz del humor de toda una época se apagó. Mari Carmen Martínez-Villaseñor decía adiós y con ella el alma de sus cuatro «niños»: el pato Nikol, la niña Daisy, el león Rodolfo y doña Rogelia

El alma de doña Rogelia - Foto: Javi Salado

Cobraban vida cada vez que estaban en sus manos y provocaban carcajadas casi sin pestañear. Detrás de ellos, su voz y su alma, Mari Carmen Martínez-Villaseñor, más conocida como Mari Carmen y sus Muñecos. La semana pasada nos dejaba a los 80 años y tomaba el cielo como nuevo escenario para seguir haciendo lo que mejor sabía hacer, arrancar risas por doquier.

Para ella, eran sus «niños», tal y como aseguraba en una entrevista concedida a El Día de Tenerife en 2021, donde afirmaba rotundamente que «sí, claro, son mis niños, son mi vida. Yo nunca los llamo muñecos». Sus nombres, el pato Nikol, la niña Daisy, el león Rodolfo y la incombustible y a todas luces más conquense doña Rogelia.

No en vano, esta anciana con mal genio, cascarrabias y con un punto tierno, nacía de las entrañas de la Serranía conquense. Y es que, tal y como confesaba en una entrevista que le realizó en 1973 el periodista José Vicente Ávila y que recoge en su publicación digital El Blog de Cuencávila, «Doña Rogelia nació de un paseo por nuestra Serranía de Cuenca. Un paseo muy simpático con una pregunta a una vieja maravillosa nuestra, muy sorda, que no me entendía nada de lo que le estaba preguntando. Pasé una risa increíble con aquella charla, que más bien fue un monólogo. Me contestó a otras cosas que nada tenían que ver con lo que yo le preguntaba y de ahí nació doña Rogelia, un personaje que era importante crear y que además complementaba totalmente los cuatro tipos distintos que están demostrados como diferenciables en la humanidad: el sanguíneo (Nikol), el colérico (doña Rogelia), el flemático (Daisy) y el melancólico (Rodolfo)». 

El alma de doña RogeliaEl alma de doña Rogelia - Foto: Paco Torrente / EFE

Pero esta peculiar abuela, natural del imaginario Orejilla del Sordete, no era «el hijo preferido» de la artista; y eso que fue con la que más fama alcanzaría a partir de su creación en los años 70 y que le serviría, incluso, para contar con un programa propio en televisión.

Su favorito era, sin lugar a dudas, el primero, el pato Nikol, con el que iniciara su carrera artística y debutara a los 17 años junto a Xavier Cugat. Y así lo confirmaba a preguntas de José Vicente Ávila en la mencionada entrevista: «¿Mi favorito? Mi pato. Doña Rogelia es un hallazgo muy importante. Es fenomenal. No es extraño que en diez años de carrera acierte plenamente con un personaje. Así debe ser. Yo no me puedo confundir ya. Nikol fue el primero, era difícil, y tampoco me equivoqué. Por eso es el más importante».

Su muerte deja huérfanos no solo a sus cuatro «niños», sino también a tantos y tantos amantes de su buen hacer y que le siguieron a lo largo de su extensa carrera.

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