Dulceambición

Ester González
-

Virginia Martínez creció entre masas, merengues y cremas pasteleras, pero nunca pensó que su futuro sería estar al frente de El Goloso

La joven promesa de la repostería taranconera no siempre tuvo tan claro a lo que quería dedicarse - Foto: Ester González

Un postre tiene que ser espectacular porque llega cuando el comensal ya no tiene hambre. Este reto es al que se enfrenta a diario Virginia Martínez. Ella encabeza la tercera generación de pasteleros al mando de un negocio familiar, una pastelería que este año cumplirá los 60 años. El Goloso es desde 1963 lugar de referencia para todos los  taranconeros, en lo que a elaboraciones dulce se refiere. Actualmente, Javier Martínez, padre de Virginia, es el responsable del establecimiento junto a su hermana Mari Carmen. 

La joven promesa de la repostería taranconera no siempre tuvo tan claro a lo que quería dedicarse. «Empecé a prepararme las oposiciones de Guardia Civil, no pensaba que mi futuro estaría en el negocio familiar», asegura. Comenzó así a conciliar sus estudios con echar una mano en la pastelería, hasta que su pasión por los postres se desató: «Siempre que lo han necesitado he echado una mano, pero mi implicación fue creciendo hasta que se ha convertido en mi pasión».

Una vez descubierto su camino,  se planteó cursar estudios en la escuela de pastelería, pero optó por desechar esta idea, y según asegura, «la base ya la había adquirido, mi padre me había enseñado y lo que necesitaba era formarme en ámbitos más especializados y más actualizados». Es así como decide enfocarse en cursos más específicos impartidos por los grandes maestros de la repostería española. «Hago formaciones cada pocos meses y también intento rodearme de los mejores, como Javier Guillén o Carles Mampell», apunta. Estas 'estrellas' son grandes referentes a nivel nacional y mundial y es que «la repostería es un mundo de hombres», según afirma Martínez. Sin embargo, «no es el caso de nuestra pastelería, ya que trabajamos más mujeres que hombres, dos de ellos frente a nueve de nosotras». 

Entre explicaciones de diferentes métodos, técnicas y elaboraciones, Virginia admite ser una «enamorada de las texturas, es lo que más me apasiona». Afirma que busca «fusionar» las nuevas técnicas con la repostería clásica, que es con la que más disfruta y «la que más nos representa». La taranconera pone en valor el trabajo de los pasteleros artesanos: «No hay una guía Michelín que premie a los reposteros que utilicen materias primas, que haga todo de manera artesanal, es un trabajo que no se valora lo suficiente». 

Desde El Goloso se esfuerzan en ofrecer «el mejor de los productos» y para ello «utilizamos las mejores materias primas, intentamos que sean elaboraciones saludables, dentro de lo que la repostería nos permite, e intentamos que todo sea artesanal», explica la protagonista. 

Virginia está dispuesta a seguir formándose y trabajando con uno de los pasteleros que más admira y del que más ha aprendido, su padre. En un futuro, tiene claro que se ve al mando del negocio familiar perpetuando la calidad de sus productos. Tiene proyectos que le gustaría llevar a cabo como la apertura de una cafetería de especialidad e incluso se plantea llegara presentarse en algún concurso de repostería en el que demostrar sus destrezas y llegar a posicionarse como un referente de la pastelería.