Tras enmudecer el lunes las Siete Palabras, el tiempo dio ayer una tregua para que la procesión del Perdón pudiera realizar su recorrido por las calles de Cuenca. Marcada por la actualidad, la misma comenzó a las puertas del Salvador con el rezo de un padrenuestro por las víctimas del atentado terrorista de Bruselas, por parte de representantes la Junta de Cofradías y de las cinco hermandades que componen el cortejo.
Tras la oración, el desfile procesional empezó a configurarse con la salida de San Juan Bautista, a cuyo paso precedida las trompetas heráldicas de la hermandad y el acompañamiento musical de la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías.
El Bautista encaró la subida a la calle Solera con su especial forma de desfilar, un paso largo y rotundo que lo diferencia del resto de hermandades, para dejar vía libre a María Magdalena. La imagen de la santa, obra del imaginero J. Rabassa (1954), salía radiante del templo a una plaza repleta de público y estrenando un corpiño en tonos marrones de estilo decimonónico confeccionado por Bordados en Oro San Julián, y una falda realizada a partir del traje de novia que donó una hermana en 2008. Durante su cadente y cuidado ascenso a la Plaza, el paso estuvo acompañado por la Banda de la Escuela Municipal de Música de Las Mesas, dirigida por Fernando Ugeda.
Los dos pasos continuaron avanzando por la calle Andrés de Cabrera como cuentas de un rosario para dejar paso a otros misterios. El Medinaceli, desde San Felipe Neri; y La Esperanza, desde San Andrés, se incorporaban así a una procesión casi completa.
El paso de la Virgen salía a la calle estrenando una cinturilla calada al aire donada por una hermana y diseñada y bordada por Javier Nieto Mogaburo en Málaga.
Por su parte, el Medinaceli, que a esa hora ya había superado su complicada salida gracias a la experiencia de sus banceros, encaraba Alfonso VIII precedido de un gran número de hermanos y con el acompañamiento musical de la Asociación Musical Moteña, que lo recibió con el Himno Nacional.
En la parte más alta de la ciudad, la Ilustre y Venerable Hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, una de las más jóvenes de la ciudad con una talla de J. Dubé de Luque del año 2000, salía desde San Pedro dejando ver sus nuevas andas. Un proyecto que se encuentra en su primera fase y se realiza en el taller cordobés de José Carlos Rubio.
Tras el descanso de rigor en la Plaza, la procesión volvió a configurarse para iniciar su descenso. Así, los pasos volvieron a alinearse, en este caso en un orden distinto para respetar la cronología de los acontecimientos, con el San Juan, el Bautismo –con el acompañamiento musical de la banda de Las Mesas–, María Magdalena, El Medinaceli y María Santísima de la Esperanza. Cerraba el desfile la Banda Municipal de Música de Cuenca, dirigida por Juan Carlos Aguilar.
Las luces de los nazarenos, como un pespunte de luz, iluminaba la senda por la que discurrían los pasos en una noche nubosa de Martes Santo en la que hubo que destacar la participación de público y el orden en el desfile.
Al cierre de esta edición los pasos seguían en la calle y los conquenses implorando perdón.