Un desfile de solidaridad

Lucía Álvaro
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Un desfile de solidaridad

Un nazareno tiene la luz de una tulipa prendida permanentemente en el corazón. Esa luz tiene la capacidad de brillar con un fulgor especial, espléndido, cuando ofrecemos la vela de nuestra alma para encender la de otro hermano que se ha apagado. Las circunstancias de la vida en ocasiones nos lo arrebatan absolutamente todo, pero progresar juntos, avanzar y trabajar desde el respeto como hermanos por la justicia y la solidaridad, como iguales que entienden que la vida puede dar un giro a cualquiera en el momento más insospechado, es la capacidad innata que da sentido a lo que somos.

Podemos entender una hermandad como una asociación de fieles en adoración y penitencia, como una agrupación de personas que recuerdan sus tradiciones, a sus ancestros, pero pueden ser mucho más. Las verdaderas hermandades no son uniones de sangre, sino uniones fraternales que superan la estructura de lo que concebimos puramente como familias. Entendiendo de este modo la Semana Santa, las acciones solidarias se convierten en una parte esencial de las hermandades. Las muestras de fraternidad se suceden con las cuantiosas donaciones económicas que permiten seguir funcionando el aparato social de la ciudad. 

En la hermandad de Jesús del Puente la subasta íntegra del paso del Auxilio se destina para ayudar a quienes más lo necesitan, Mari Carmen Martínez, su secretaria, comenta que «un 75% de esa subasta se destina a Cáritas parroquial de la Virgen de la Luz, que es nuestra parroquia y un 25% a Cáritas de San Fernando, aunque también colaboramos en otras acciones con Cáritas de Cristo del Amparo». La solidaridad de hermandades como Jesús del Puente permitió hacer llegar a estas organizaciones un montante de más de 4.000 euros que, según Mari Carmen, este año han aprobado «que se redondeen a 5.000». Estas donaciones económicas suponen una oportunidad para que muchas familias tengan un plato sobre la mesa gracias al desarrollo de campañas como la que iniciaron el Cristo de la Luz y la Soledad de San Agustín hace unos años y que, no solo se mantienen, sino que cuenta con la participación de más hermandades. 

Un desfile de solidaridadUn desfile de solidaridadEste programa, que funciona a través de cheques para canjear directamente en los comercios, consigue dos fines que muestran la preocupación de los nazarenos por Cuenca y por los conquenses: dignificar las ayudas evitando que quienes necesitan asistencia tengan que pasar por las conocidas como 'colas del hambre', que en muchos casos han acabado por convertirse en un estigma social, e incentivar el comercio local, ya que es en este tipo de negocios donde se pueden canjear los vales. La generosidad nazarena se extiende mucho más allá de las fronteras de la provincia de Cuenca e, incluso de España, gracias a la colaboración de las hermandades con organizaciones como San Vicente de Paul o Manos Unidas, así como al apadrinamiento de menores en los países más desfavorecidos. Para José Luis Llandres, secretario del Cristo de los Espejos, «la labor asistencial que desarrollan estas organizaciones es clave para llegar a todas las personas que necesitan ayuda».

Las hermandades han ido un paso más allá con su labor social, entendiendo que son una parte esencial en la vida de los nazarenos y que, como tal, su labor asistencial tiene que llegar a todos los ámbitos posibles. Cáritas de Cristo del Amparo se vuelca especialmente con la protección de los menores. Para ello se apoyan en las hermandades cada inicio de curso escolar, con el objetivo de proporcionar material educativo para que no haya desigualdad que impida a los jóvenes ser dueños de su futuro independientemente de las circunstancias en las que hayan nacido. Además, Cristo del Amparo, junto a otras parroquias de la ciudad y Cruz Roja Española, se ocupa de que ningún niño pierda la ilusión cada Navidad, asegurándose de que la mañana de reyes todos cuenten con un pequeño detalle bajo el árbol sea cual sea su situación. Aurora Garrote, secretaria de la Soledad de San Agustín cuenta como «vinculando la recogida con la chocolatada solidaria son los propios niños de la hermandad los que desarrollan y entienden la importancia de ayudar a los demás».

Las cofradías continúan esforzándose y trabajando por el otro, entendiendo que las donaciones económicas son solo el inicio de un largo recorrido en el caminar de la generosidad. El tiempo es el regalo más valioso que tenemos y ofrecerlo como acción social es algo que las cofradías entienden con un profundo sentido de fraternidad… Recogidas de alimentos que se desarrollan durante horas en nuestros supermercados y visitas a ancianos y enfermos son solo algunos de los proyectos que llevan años desarrollándose en el seno de la Cuenca más devota gracias a la labor de Daniel Villanueva, Paula Gimeno, Rosario González, Eduardo Ortega o Isabel Albendea. 

Ellos son solo algunos de los jóvenes que han puesto su tiempo a disposición de los demás trabajando desde los grupos jóvenes con la caridad como eje central. Rosario comenta como «la labor que desarrollamos en la vocalía de acción social a través de, por ejemplo, el concierto de villancicos solidario en el que la entrada son tres kilos de alimentos son pasos que sirven para colaborar y avanzar todos juntos». 

María Santísima de la Esperanza lleva años desarrollando una labor encomiable en lo que a solidaridad se refiere. Desde esta cofradía han iniciado una campaña de donación de sangre en colaboración con la Hermandad de Donantes de Sangre de Cuenca con la que invitan «a todos los nazarenos de la ciudad y miembros de la hermandad a acercarse a donar», según comenta Ana Poveda, directiva de la hermandad que ha visto nacer y continuado la iniciativa. 

La campaña suele durar desde finales de febrero hasta Semana Santa, pero puede alargarse en función de las donaciones que acumulen. Además, la cofradía también está desarrollando una actividad junto a la ONCE para acercar la devoción a aquellas personas que no pueden percibir la belleza de la Pasión a través de la vista. Para ello, el Martes Santo por la mañana los hermanos que se prestan ayudan a que, a través de los demás sentidos, especialmente el tacto, puedan percibir la belleza y el amor que sienten por la Madre. Además de guiar sus manos, los hermanos de la Esperanza son sus ojos y les explican en todo momento en qué consisten las andas que están tocando, cómo es la policromía de la talla o las particularidades del manto. 

María Santísima de la Esperanza, Jesús con la Caña y la Exaltación son las hermandades que han desarrollado un banco de túnicas para que todos aquellos fieles que lo deseen puedan acompañar a las imágenes, independientemente de si tienen posibilidades económicas o no. San Juan Evangelista asegura a los hermanos porta enseres una reducción de sus gastos. Julián Espada, su secretario, comenta como «les proporcionamos la uniformidad particular con la que deben desfilar ya que se diferencia del hábito que usan el resto de hermanos». Aunque el banco de túnicas de las hermandades funciona principalmente por donaciones, en el caso de San Juan Evangelista, al tratarse de algo tan específico, es la propia hermandad quien encarga y adquiere las túnicas. Si algo está claro es que la fe, sea como fuere, no necesita de dinero porque lo realmente valioso es la devoción que vive en el alma nazarena.

El amor a los demás es un acto de fe, la muestra de fraternidad es un acto que nos mantiene conectados a nuestros valores y da sentido a una tradición que representa la mayor historia de entrega de la humanidad. En un mundo en el que parece que, cada vez las cosas son más difíciles, nos queda el consuelo de que nuestras hermandades serán esa familia que nos ayude ante cada dificultad del camino y que el verdadero desfile es el que muestra la solidaridad con nuestros hermanos.