Siempre en alerta. Cualquier persona celiaca tiene que «mantener la guardia» con el fin de no entrar en contacto con el gluten, que es una proteína compleja que se encuentra en el grano de los cereales trigo, cebada y centeno. Mucho menos ingerirla puesto que su organismo la rechaza totalmente. De ahí que estas personas, que padecen esta enfermedad hereditaria, tengan que cuidar tanto lo que comen como lo que tocan, como mínimo. Esther Martínez es un ejemplo de ello. Esta joven, que asumió las riendas de la delegación conquense de la Asociación de Celiacos de Castilla-La Mancha hace apenas unos meses, trabaja para informar a cualquier persona con los mismos síntomas a cómo puede mejorar su día a día.
Martínez detalla que «hay que tener cuidado con la alimentación» y reconoce que «la vida te cambia cuando te detectan que eres celiaco». No obstante, «uno puede vivir de forma normal». Sí es cierto que tiene que hacerlo con ciertos matices y con unos estrictos hábitos, porque «no puedes comer ningún alimento que contenga gluten», y además «debes tener mucho cuidado con el contacto cruzado». Y es que los celiacos no solo deben controlar que ningún alimento contenga la proteína mencionada, sino que también deben supervisar que ésta misma no esté presente en «la sartén, en el salero, en la mesa, en el plato o en cualquier parte donde el gluten haya entrado en contacto». En definitiva, es necesario comprobar que un alimento o recipiente sin gluten no hay entrado en contacto con gluten.
Martínez es madre de dos hijas y ambas cuentan con el gen de celiaquía, aunque ninguna de ellas tiene anticuerpos y por tanto la enfermedad. Pero eso no quiere decir que no vayan a tenerla «porque puede aparecer en cualquier momento y a cualquier edad», explica. La delegada provincial de la asociación explica que opta por «mantener su hogar sin gluten» para así tener controlado el hábitat e incluso afirma que invita a sus amigos a casa a cenar o a comer en lugar de ir a un restaurante «porque puede haber contacto cruzado y existe mucha desinformación». Pero no solo ocurre esta «falta de formación en parte de la hostelería», sino que se trata de un «problema social».
Estas palabras las suscribe Concha Cardo, que dio el relevo a Esther en la delegación de la asociación tras más de una década y media al frente. En este caso, ella no padece celiaquía, pero de sus dos hijas, una es celiaca y otra tiene el gen. Cardo explica que «tenemos que llevar un estilo de vida» para no tener problemas de salud que se pueden ser «de distinta gravedad dependiendo de cada persona». Y es que existen muchas reacciones que el organismo puede manifestar cuando el gluten entra en contacto con un celiaco.