La ciencia no ha logrado descubrir aún cómo se orientan para volver a su lugar, pero lo cierto es que las palomas mensajeras siguen existiendo gracias a la colombofilia. Aficionados de todo el mundo, de manera mayoritaria en países como Portugal, Bélgica u Holanda, donde es el segundo deporte nacional después del fútbol, crían y adiestran a este tipo de aves para que sean capaces de volver a su palomar. La finalidad no es llevar mensajes, pero sí recorrer a la mayor velocidad posible un trayecto que se controla mediante relojes especiales. Sigue siendo un misterio sin resolver, incluso para los expertos, cómo saben por dónde y cuál es el camino que deben tomar para llegar a un punto geográfico concreto.
“Cuando nosotros empezamos este entrenamiento estaba bajo el patrocinio del Ejército de España, en caso de guerra, si desaparecieran las comunicaciones, tendríamos que entregar las palomas a ellos, entre tanto el uso es recreativo”, comenta Ángel Jaralambe, miembro de la Real Federación de Colombofilia de España y del Club Colombófilo Mensajeras de la Paz de Tarancón. Junto con otros aficionados locales y la técnico de la Concejalía de Medio Ambiente, Ana Belén Rubiato, estuvo al frente a la suelta de 500 palomas que se realizó con dirección a Cantabria el día 8, desde el descampado situado detrás del pabellón Reina Sofía. Como espectadores de excepción asistieron junto a sus profesores alrededor de 400 alumnos del colegio Duque de Riánsares.
Aproximadamente una hora después de salir el sol se llevó a cabo la espectacular suelta y a partir de ahí estas colúmbidas emprendieron un camino de 380 kilómetros para regresar a Cantabria. “Ya han tenido sueltas anteriores más cortas, éste es su primer reto tan largo de su temporada como pichones, ya que nacieron en primavera. Las entrenamos en casa y luego las soltamos en sitios cada vez más lejanos, hacemos carreras deportivas”, señala Jaralambe, que detalla como todas deben llevar una anilla, “es como el DNI de cada una”, y además llevan un chip, que ayuda a conocer el momento en el que cada una regresa a casa. Desde el colectivo Mensajeras de la Paz explican como cada colombófilo tiene un reloj electrónico donde se queda grabado el día, la hora, el minuto y el segundo una vez que la paloma pasa por encima de la antena que tiene en su palomar. Cada una tiene una velocidad diferente y en función de eso se hace una clasificación con los ganadores de cada suelta. El vuelo que realizan estas aves suele ser de entre 80 y 90 kilómetros por hora, e incluso llegar a los 100 si tienen viento a favor. “Algunas se pierden por el camino, aunque su orientación es del 99 por cien, y vuelan por encima de 20 centímetros de la tierra”, apunta Dango Gogea, aficionado a la colombofilia de Tarancón, además de campeón de Castilla-La Mancha y Madrid en canarios de canto. En la actualidad tiene 80 palomas, pero recuerda como en su tierra natal, Rumanía, “llegamos a tener 500 en casa de mis padres, yo he nacido con esta afición a las palomas mensajeras, es un deporte sano y fácil para los niños, claro también ayuda si lo llevas en la sangre como es mi caso”.
Vuelo con misterioLos escolares disfrutaron al máximo esta actividad al aire libre, que esperan sea la primera de otras tantas de este curso después del anterior marcado por las restricciones de la pandemia. Además de ver a las palomas emprender el vuelo, algunos recibieron en clase la visita de estas aves mensajeras que frecuentemente aparecen en películas.
Estas palomas se caracterizan por su sentido de orientación, su forma atlética, por su viveza, rapidez de vuelo y gran resistencia a la fatiga. En la localidad taranconera se lleva a cabo en la misma zona, desde hace unos cinco años, sueltas de palomas que tienen más de un año en verano y la de ahora de otoño, que es con pichones. Desde Mensajeros de la Paz creen que es una forma de extender su club, que actualmente cuenta con más de 20 miembros entre los de Tarancón y Cuenca.