Cuenca será el lugar donde descanse eternamente el cuerpo sin vida de uno de los iconos más importantes de la cultura popular, la célebre e inigualable Carmen Martínez-Villaseñor Barrasa, conocida por todo el mundo como 'Mari Carmen y sus muñecos'. De hecho, el cementerio municipal del Santísimo Cristo del Perdón ya cuenta –levantada con ella en vida– con una tumba y una lápida en la que se puede leer «Siempre Mary Carmen y vuestros muñecos. Reiremos desde el cielo». A falta de los últimos trámites relativos a la autopsia, la intención de la familia es que los restos mortales de la artista sean velados en Madrid y enterrados en Cuenca, cosa que sucederá este jueves a las 12 horas.
En los últimos días, su único hijo, Miguel Almanzor, desmintió una información que corrió como la pólvora durante los primeros instantes tras conocer el trágico final de la conquense. Éste, en un conocido programa de televisión, negó que el motivo de la muerte de 'Mari Carmen y sus muñecos' fuera una caída por las escaleras de su casa, que tiene dos plantas. «Parece ser que tuvo un infarto y de ahí vino la caída, pero no fue por las escaleras ni nada de eso. Fue en la puerta de su casa, fuera, justo en la acera. Le dio un infarto y se perdió, solita», subrayó.
Así se expresó Miguel en Espejo Público, de Antena 3, añadiendo además que se desconoce por qué había decidido salir de casa. «Al parecer, no llevaba cartera ni móvil, llevaba solo las llaves. Igual iba a ver a algún vecino o al coche a coger algo...», apuntó Miguel. Asimismo, el hijo de la ventrílocua destacó que Mari Carmen ya había dado muestras de tener algún problema cardiovascular: «Le querían quitar unos catéteres de una venitas de las piernas. Supongo que no es un problema del corazón, pero sí es cardiovascular». Eso sí, en ese mismo programa de televisión, Miguel afirmó que su madre «tenía las cositas típicas de su edad, el azúcar, fumaba, aunque a mí no me gustaba que lo hiciera».
Una mujer pionera. Con una gran vis cómica y una habilidad especial para hablar cambiando su voz sin apenas mover los labios ni los músculos de la cara, Mari Carmen fue pionera en una escena, la del humor, prácticamente copada por hombres. Hacía magia con su voz y a través de sus muñecos, que no dejaba tocar a nadie salvo a personas que ella admiraba, como Julio Iglesias, y rompió moldes en el humor a base de repasar la actualidad sin pelos en la lengua.
La ventrílocua y humorista conquense, fallecida el jueves a los 80 años, desde niña sintió pasión e interés por hacer reír. A los 16 años empezó haciendo guiñoles en el parque de El Retiro, en Madrid. «Vi un anuncio en el que buscaban marionetistas y, como había que hacer algo, fuimos y me abrió la puerta José Luis Moreno, porque era para la compañía de guiñol de su padre, Natalio». Ese fue el primer paso de una dilatada carrera.