El recurso más cercano

Ester González
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Juan José Ortega y Ángela Pérez son dos farmacéuticos que hace un año consiguieron cumplir el «sueño» de abrir una farmacia en su ciudad y juntos se sienten «capaces y motivados»

Juan José y Ángela celebran un año de la apertura conjunta de una farmacia en la que, tal y como explican, han «aprendido mucho» - Foto: Ester González

Todo el mundo ha fantaseado alguna vez con abrir un bar con sus amigos en el que pasar divertidas jornadas de trabajo y en el que hacerse ricos. Podemos decir que algo distinto es el sueño que idealizaban nuestros dos protagonistas. Juan José Ortega Huete y Ángela Pérez González son taranconeros y amigos de toda la vida. Por diferentes avatares del destino acabaron estudiando la misma carrera, Farmacia, en la Universidad de Salamanca, aunque en distintas promociones. Y así, ambos coincidieron en una botica de la ciudad. Ella en su periodo de prácticas y él en uno de sus primeros contactos con el mundo laboral. El vínculo que mantenían se estrechó, pero la vida les llevó a separar sus caminos ya que continuaron con sus respectivas formaciones. Sin embargo, en su tiempo de ocio, pasaban las tardes juntos compartiendo ensoñaciones de cómo sería abrir su propio establecimiento.

Ambos afirman que la rama de la salud no era su primera opción, pero que en los años de Educación Secundaria y Bachillerato, la posibilidad de decantarse por este sendero fue cogiendo fuerza. Ángela destaca que «trabajar o abrir una farmacia es la última opción que barajas mientras estás estudiando la carrera, siempre está más presente la idea de trabajar en un laboratorio, pues la investigación es más llamativa». Juanjo comparte su idea y, de hecho, él sí probó este campo mientras vivía fuera de la ciudad, pero ahora está muy contento con su decisión de volver aquí. Así, defiende que «la investigación te va desilusionando poco a poco; en nuestro país apenas se invierte por lo que no es factible dedicarse a ello».

El destino volvió a agitar la vida de estos dos jóvenes cuando la propietaria de la farmacia en la que  habían coincidido decidió jubilarse. Cuando les llegó la noticia supieron que era una señal. Decidieron así lanzarse a lo desconocido y regentar la Farmacia A3 de Tarancón. Ángela explica que «era de lo que tantas veces habíamos hablado y con lo que tanto habíamos elucubrado, pero por muchas vueltas que le des, siempre es una sorpresa. No sabíamos cómo íbamos a salir de ésta, ni si nos iría bien, pero decidimos correr el riesgo». Destaca Juanjo lo agradecidos que están con la anterior propietaria por «su ayuda y consejos durante la transición, que no ha sido para nada fácil», a pesar de ello y con mucho esfuerzo, «hemos conseguido que sean pasos estables y progresivos». De esta decisión hace ya un año y es que el pasado julio celebraron el primer cumpleaños de su establecimiento. En estos meses han tenido «luces y sombras» que les ha permitido disfrutar y sufrir del oficio.

No todo te lo enseñan. Algo en lo que los dos coinciden es que no todo se aprende en la carrera: «Toda la teoría está muy bien, pero la realidad es muy distinta», afirman. Se refieren con esto a las sombras de esta aventura que han tomado, ya que «hay  mucha presión, muchas normas, burocracia, gestión, todo esto no lo aprendes en la facultad», explica Ángela. Esta es la parte a la que se refieren como «la nueva y desconocida» para ellos. Según Juanjo la clave que les está funcionando es «coger una rutina en la que nos sentimos cómodos». 
Uno de sus miedos es que a pesar de que ya se conocían como amigos y habían trabajado juntos lo habían hecho en un «ambiente relajado», sin embargo ahora que han batallado bajo presión se han visto «capaces, reafirmados y motivados». 

En cuanto a las luces que obtienen de esta experiencia es «el contacto directo con los pacientes», y es que los dos se sienten cómodos de cara al publico y ofreciendo sus conocimientos a todo aquel que lo requiera. «El trato con la gente, el trabajo del día a día es lo que nos anima a trabajar para ser mejores y lo que nos hace olvidarnos de las sombras», argumentan.  
En  este camino de aprendizaje quieres seguir evolucionando y ofrecer el mejor servicio posible. Juanjo pone en valor el trabajo que desempeñan como «primera línea de actuación».Ambos defienden que las farmacias no son meros establecimientos de compra, sino que ofrecen un primer servicio de atención. «Estamos capacitados para diagnosticar pequeñas patologías, y esto la gente ni lo valora ni lo piensa y podría ayudar mucho a descargar un poco el sistema sanitario que a veces está muy saturado», defiende el farmacéutico. «Tenemos poco margen de maniobra cuando estamos capacitados para más. No somos enfermeros, ni médicos, pero dominamos ciertos temas», defienden.

Con este intenso, pero breve recorrido, ambos profesionales auguran un buen futuro para su negocio que esperan que siga ayudando día tras día a los taranconeros y a todos los clientes de paso. También desean que en ese futuro se cumplan sus demandas de que se ponga en valor el trabajo y la formación de los compañeros farmacéuticos.