Corría la Edad Media cuando el cultivo del pistacho, que se habían introducido en España en la época romana, desapareció de la geografía española y así continuo durante siglos y siglos hasta que en la década de los 80 se reintroduce. 34 años después no sólo su producción ha aumentado de forma importante, sobre todo, en los últimos años, sino que igualmente la costumbre de comerlo ha ido a más y de hecho España es un país deficitario en este sentido, o dicho de otra manera, se consumen muchísimos más pistachos que los que se producen fundamentalmente en esta región y en concreto en dos de sus provincias, Albacete y Ciudad Real. Y es que el pistacho español es Made in La Mancha.
A diferencia de lo que ocurrió con otros nuevos cultivos, con el del pistacho tocó empezar de cero a partir de su introducción y de los ensayos y estudios que se hicieron primero en la finca de la Consejería de Agricultura El Chaparrillo en Ciudad Real y después en Albacete en la finca Las Tiesas del Instituto Técnico Agronómico Provincial, siendo en los años 2000 cuando las primeras grandes explotaciones pistacheras empezaron a vislumbrarse en el horizonte tanto albacetense como ciudadrrealeño, tal y como explican el director técnico del ITAP, Wenceslao Cañadas, y el responsable de la sección de cultivos leñosos en este mismo Instituto, Fernando Mañas.
Inmerso hoy por hoy en pleno periodo de expansión, el pistacho puede cultivarse tanto en regadío, con dotaciones de aguas muy elevadas, como en secano, siendo la Kerman la variedad más extendida en la provincia. La Kerman es también la más presente en Estados Unidos (California), el segundo país productor a nivel mundial tras Irán, de donde es originario precisamente este cultivo.
No obstante, añade Mañas, una de las curiosidades del pistacho es que es una planta dioica, es decir, lo mismo que hay árboles masculinos, que son los que suministran polen, los hay femeninos, que son los que dan los frutos, por lo que si uno quiere cosecha deberá poner por cada uno de los primeros alrededor de 10 de los segundos.
Carrera a largo plazo. Aunque no requiere de importantes inversiones, su cultivo, en opinión de estos dos técnicos del ITAP, no deja de ser una carrera a medio y a largo plazo. Y lo es porque, a diferencia de lo que ocurre con el almendro que a los cuatro y cinco años ya da producciones importantes, en el caso del pistacho, pese a ser una planta longeva, su desarrollo es muchísimo más lento y hasta que no pasen entre seis y siete años, no dará frutos. Entre finales de septiembre y principios de octubre será cuando se recogerá la cosecha de un cultivo considerado como rústico, que no da mucho trabajo, que aguanta, además, muy bien la sequía y las enfermedades y que no es muy sensible a las heladas.
Pero a pesar de estas consideraciones, añaden estos técnicos, «el agricultor pistachero tiene que saber lo que se lleva entre manos, como se dice coloquialmente, si quiere tener éxito. Para empezar su recolección no es tan sencilla como pasa con otros leñosos, sino que está muy mecanizada y es muy técnica. La pepita tiene un contenido de humedad muy alto y nada más coger el fruto, hay que pelarlo ayudado con agua y luego secarlo. De cómo se hagan estas maniobras que, a simple vista parecen sencillas, dependerá el precio que uno pueda cobrar por kilo. Se cotiza el calibre, la deshicencia del fruto, es decir, si está más o menos abierto, así como si es más claro o no porque no se ha secado bien, o si tiene o no restos de cáscara, de manera que como máximo entre que se recoge y se lleva al lugar desde dónde será comercializado o transformado, no deben pasar más allá de dos días».
Y para continuar, matizan, «de cara a entrar en producción no sólo hay que tener en cuenta la fertilidad del suelo sino también si los pies plantados en la explotación son injertados, menos frecuentes, no obstante, en el mercado, o no injertados. Es un cultivo rústico, pero si se cultiva en terrenos de calidad, mucho mejor, pero lo que no es un cultivo milagro, o dicho de otra manera, dónde otros cultivos no prosperan, es de esperar que el pistacho no lo haga».
Producción. En términos generales el pistacho necesita de inviernos fríos y luego de veranos secos y calurosos; dos condiciones que han hecho precisamente que el cultivo del pistacho prosperase en esta región y continúe en expansión. En octubre del pasado año, según datos de la Consejería de Agricultura, Castilla-la Mancha contaba con 7.500 hectáreas de pistacho, de las cuales, más de 2.000 están en la provincia, y de éstas, diez en la finca de las Tiesas del Instituto Técnico Agronómico Provincial con unos 2.000 árboles y producciones desde hace seis años.
Hoy por hoy son tres las comarcas que acaparan la producción pistachera en esta provincia: Mancha, Manchuela y Centro. Y la principal arma que tienen los pistacheros albacetenses en particular y los manchegos en general frente a otros productores, es que «nuestro pistacho es de muy alta calidad y con un sabor de los más apetecible», explican Cañadas y Mañas.
El pistacho se puede consumir directamente como aperitivo pero cada vez son más los productos que tienen entre sus ingredientes básicos los pistachos. Estamos hablando de aceites, helados y postres, por mencionar algunos. Estos múltiples usos tiene igualmente otra lectura, la industrial. En la provincia hay cuatro empresas que se dedican a la transformación y comercialización de los pistachos. Están ubicadas en La Roda, en Villarobledo y en la confluencia entre las provincias de Albacete y de Ciudad Real. Se da igualmente la circunstancia de que algunas de estas empresas cuentan con producción propia.
El precio. Aunque tomado en exceso puede resultar indigesto por su consumo graso, el pistacho es, no obstante, el fruto seco con más vitamina A, además de que posee un alto e importante nivel proteico (potasio, calcio, fósforo, hierro y ácido fólico). Son ideales para regular el tránsito intestinal y contribuyen a bajar el colesterol, entre otras aplicaciones.
La producción manchega de pistachos está entre los 900 y los 1.400 ó 1.500 kilos por hectárea, en función del tiempo que haya habido en ese año y de si se trate o no de regadío o de secano. Sólo en el 2014 se consiguió entre toda la región más de 800 toneladas de producción. En cuanto al precio por kilo, éste oscila dentro de una horquilla que va entre los tres y los ochos euros pues, como se ha mencionado, hay muchas variables a tener en cuenta
El mejor pistacho albacetense se va a la exportación, siendo su principal comprador Alemania. Según datos del Eurostat, España importa unas 15.000 toneladas y únicamente exporta tan sólo 1.000.