Ha ocurrido lo impensable, que el programa El Hormiguero ha irrumpido en la campaña electoral y puede incluso influir en el voto, pues ante Pablo Motos se han sentado los dos candidatos a la presidencia del gobierno, y han jugado sus cartas de desigual manera.

Sobre el ganador hay división de opiniones, condicionadas por la ideología o las simpatías políticas de quien las hace. Pero hay un par de datos incuestionables: Sánchez pudo haber sacado más provecho a su intervención si no estuviera tan preocupado por "colocar" su discurso con respuestas irritantemente interminables que impedían que Motos metiera baza. Y es incuestionable también que Feijóo ha sido un descubrimiento para gran parte de los españoles, porque más allá de sus intenciones políticas se mostró como un hombre cercano, normal, con las preocupaciones propias de un padre de familia. Utilizó ejemplos muy personales para explicar sus puntos de vista sobre cuestiones tan delicadas como el aborto o la eutanasia, con una defensa inequívoca del mundo lgtb, aunque desde la izquierda se le siga acusando de homofobia.

Intentemos hacer un ejercicio de neutralidad, aunque no siempre es fácil. Sánchez fue más de lo mismo, con sus mensajes de siempre y una estrategia marcada por las arremetidas al adversario, al que en su soberbia considera un enemigo menor que además se ha echado en los brazos de Vox, de la ultraderecha,

Feijóo empezó fuerte explicando sus pactos: con el PSOE -al que ha facilitado las alcaldías de Barcelona y Vitoria-, con el PNV, con Revilla en Cantabria, con Coalición Canaria y probablemente con partidos aragoneses. Ofreció cifras demoledoras sobre la deuda, el déficit, las pensiones y la inflación, que tratará de rebatir Sánchez en los debates de campaña, pero ahí quedaron. Aunque el anuncio más relevante en su paso por El Hormiguero es que tiene un proyecto económico a pesar de que el PSOE le acuse de lo contrario, que contaría con un gobierno muy sólido si es presidente, con menos ministros y una mujer en la vicepresidencia, y que conoce que una de sus prioridades es el cambio climático y el problema del agua.

Sin embargo, lo que más ha impactado de Feijóo es que a través de la entrevista de Pablo Motos se ha visto a un candidato que habla como cualquier español, ingenioso, con sentido del humor, con un hijo peleón como la mayoría de los hijos únicos de seis o siete años, que creció en una aldea y que, interno en los marianistas, no solo aprendió lo que venía en los libros de texto sino que tenía que cuidar sus cosas, hacer su cama y colaborar en la limpieza de todo el colegio incluidos los baños.

Extremadura, Vox, Igualdad, Impuestos … sí, también habló de eso, pero en contraposición a la estrategia de Pedro Sánchez, dedicó gran parte de la entrevista a presentarse tal como es. Aunque no niega que aspira a ser presidente de gobierno.