Casasimarro, con motivo de la celebración de sus fiestas patronales en honor a San Bartolomé, rindió un merecido y sentido homenaje a quien fuera el hijo de esta localidad de mayor trascendencia cultural. Se trata de Benito Antonio de Céspedes, padre jesuita nacido en este municipio de la Manchuela en 1725 y muerto en Cesena (Italia) en 1787 como consecuencia del decreto de expulsión de la compañía de Jesús promulgado por el rey Carlos III de España. Como aproximación a la vida y obra del padre Benito Antonio se puede decir que pasó su infancia en Casasimarro, dentro de una familia de profundas creencias religiosas, y es que además de él, su hermano Pedro Céspedes y su sobrino Ignacio Javier también se ordenaron sacerdotes. 

Enseñó letras humanas, filosofía, teología y sagrados cánones en varios colegios de la Compañía de Jesús. A los 27 años compuso la ópera Manlio, muy bien valorada por el crítico español y principal impulsor de las teorías del neoclasicismo español, Ignacio Luzán. Destacó sobre todo por ser el principal traductor de ópera de Pedro Metastasio, traduciendo hasta 35 obras de este autor. Su influencia fue enorme, llegando a precipitar la salida de la corte de Farinelli, una de las voces más populares de aquel momento en Europa.

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La inauguración el busto se desarrolló en la Plaza Mayor junto al emblemático monumento iberoamericano de la guitarra, erigido en el corazón de Casasimarro. Tras unas palabras dedicadas por el alcalde, Óscar Pinar, y autoridades locales y una breve introducción del investigador local Paco Tébar y del cronista oficial de la villa, Luis F. Leal, se procedió al descubrimiento de la obra, realizada en bronce por el escultor granadino Francisco Javier Galán, fundido en los talleres de Artecultura Castilla y León de Atarfe. Este reconocimiento en forma de bronce recordará a los casasimarreños que su villa ha contribuido con personaje tan ilustre al enaltecimiento de las artes y las letras españolas.