«Recibía llamadas de personas mayores para despedirse»

Leo Cortijo
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Carlos Arribas, joven sacerdote en varios pueblos de la provincia, cree que la palabra de Dios «ilumina» en estos momentos de oscuridad

El párroco Carlos Arribas, durante una misa en Talayuelas. - Foto: Lola Villar

Carlos Arribas se ordenó como sacerdote en junio del año pasado y desde septiembre compagina seis destinos: Talayuelas, Aliaguilla, Casilla de Ranera, Henarejos y Graja de Campalbo. Él es uno de esos curas itinerantes que cumplen una labor fundamental en una provincia tan dispersa demográfica y geográficamente como ésta. Las semanas de confinamiento absoluto «no fueron fáciles», y es que todas las celebraciones fueron a puerta cerrada.

Sin embargo, eso no le ha impedido «estar cerca» de sus fieles a través, sobre todo, del teléfono. «Ha sido otra forma distinta de pastoral, pero igualmente necesaria», destaca este joven párroco. Durante los primeros días recuerda con tristeza el «agobio» que sentían muchas personas, «porque no entendían lo que estaba pasando». Carlos cuenta que recibía llamadas de fieles de avanzada edad para despedirse de él, ya que «tenían miedo de que no nos volviéramos a ver, a pesar de no tener la enfermedad». En momentos así, «lo principal fue escuchar y hacerles ver que el Señor nunca nos abandona, que Dios está en nuestras vidas y que tenemos que confiar en él siempre».

Ahora comienza un nuevo camino. Carlos ya no tendrá que celebrar las eucaristías en la soledad de sus iglesias. Ahora, aunque sea solo con el 30 por ciento del aforo, puede abrir las puertas a sus fieles, que «lo necesitaban y lo esperaban con muchas ganas». Para ello, sigue «a conciencia» todas las recomendaciones y directrices que marca tanto la autoridad sanitaria como la Diócesis de Cuenca. «El fin es proteger a la gente y especialmente a los mayores, que son los que predominan en estos municipios, los que más vienen a misa y los que más sufren las consecuencias de esta enfermedad», afirma.

El párroco Carlos Arribas, durante una misa en Talayuelas.El párroco Carlos Arribas, durante una misa en Talayuelas. - Foto: Lola Villar

Carlos sostiene que «al principio», durante esta primera semana, a los fieles «les costará un poquito más» ir a la iglesia porque todavía hay mucha «cautela». Con el tiempo, «y si todo marcha como es debido, habrá más confianza y más tranquilidad» para acudir al templo y recibir la comunión.

En unos casos más y en otros no tanto, pero esta situación, eso es innegable, «está marcando profundamente a la gente». Por eso este sacerdote, a la hora de desempeñar su labor, trabaja en cómo desde el Evangelio se pueden despejar las muchas incógnitas que presentan las personas que acuden a su iglesia y cómo la palabra de Dios «puede servir para iluminar a la gente en este momento de oscuridad». En esto se afana Carlos, en «lanzar un mensaje de esperanza».