Editorial

Es preocupante que la corrupción vuelva a inquietar a la ciudadanía

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Si hay un problema que inquieta a los españoles es la situación económica, porque afecta directamente al bolsillo de cada ciudadano. Independientemente de que la crisis económica no se esté padeciendo de la misma manera que en 2008, y a pesar de otros indicadores económicos no tan negativos, la incertidumbre que sobrevuela hace que este sea el principal asunto de interés para la población, según el barómetro de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Así, la lista de problemas nacionales sigue encabezada por la crisis económica (29%) y el paro (18%).

Lo más llamativo del último sondeo es que la corrupción asciende siete puntos en el mes de marzo, el primero realizado tras el estallido del 'caso Koldo' y ya es el sexto problema en España, según el instituto. Con este asunto, la corrupción vuelve a la lista de los diez problemas que más intranquilizan a los ciudadanos, tras llevar muchos meses fuera de este ranking. Esta degeneración política perturbaba a un 4,9% de los ciudadanos en el barómetro anterior, y actualmente ya lo hace a más de un 12%.

Este dato supone el mayor nivel de la preocupación ciudadana por la corrupción desde hace cuatro años, cuando surgió la pandemia por coronavirus, lo que propició que las menciones a este problema fueran descendiendo. En septiembre de 2020 era el cuarto problema nacional con un nivel de inquietud que superaba el 20 por ciento, y en los últimos sondeos no había sobrepasado el 10 por ciento, muchos meses no había llegado siquiera al 5%.

A pesar de esta sensibilidad percibida por la ciudadanía, la clase política sigue sin dar respuesta ejemplar al problema como se merece, y una prueba de ella es el nivel de crispación que han demostrado las fuerzas mayoritarias en el Parlamento durante las últimas sesiones de control, sin dar respuesta a los problemas, y enzarzándose en ataques que obedecen más a una técnica de resistencia y aguante que una búsqueda de soluciones a los problemas.

Es preocupante que un asunto que siempre ha sobrevolado en nuestra democracia, con algunos episodios sangrantes que se han instalado en la memoria, vuelva a despertar el interés que ha adquirido en las últimas semanas. Se está contribuyendo a alimentar el descrédito de la ciudadanía en los asuntos públicos, y más en un momento en el que todo debería tener más relevancia, sobre todo para disipar esas dudas que asaltan a los ciudadanos sobre el futuro económico y social, porque todo, de alguna manera, va unido. La inseguridad es uno de los problemas reales de este tiempo, y si algo ha de hacer la clase política es tratar de atajarlo y no engordarlo, como está haciendo últimamente.