Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


La importancia de la ‘res’ pública

28/09/2023

Recogidos pañuelos y sudaderas, terminadas las pesadas digestiones de las pantagruélicas comidas mateas, limpiado y recogido el escenario de las valientes fintas y veloces carreras septembrinas, toca adecuarnos a la realidad que nos acompañará diariamente desde este otoño recién estrenado. En pocas jornadas disfrutaremos de la increíble estampa amarilla de una hoz del Júcar, ocasión propicia para caminar reflexionando sobre los problemas que se empeñan en rodearnos tanto de una manera individual como de una forma colectiva. Sumergido en la noble tarea de la meditación, no dejan de sorprenderme ciertas noticias que deberían, al menos, hacernos recapacitar sobre la necesidad que tiene el ciudadano de ver cómo se resuelven con una velocidad, digamos, adecuada obras y servicios que son de suma importancia. Si ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de veces que ha quedado desierto el proyecto de reforma del barrio de La Paz, el arreglo del muro de Ramiro de Maeztu amenaza con continuar el mismo camino. Primera licitación, primer resultado negativo. Reconozco que desconozco las condiciones en que ambas obras han sido licitadas pero algo no debe funcionar cuando este «desierto» empieza a ser habitual. Vamos, como que Portugal nos vote en Eurovisión...y ya, claro. Y mientras tanto, uno por otro, la casa sin barrer o lo que viene a ser lo mismo, la obra sin hacer. Quizá deberíamos buscar, además de empresas que puedan ejecutar estas obras necesarias, el procedimiento para que esto no vuelva a ocurrir. Al igual que uno realiza las reformas oportunas en su hogar con la mayor celeridad posible, así debiera tener que procederse con las que nos afectan a todos. Podría parecer que la responsabilidad del mantenimiento de la ciudad, del respeto a lo que es común (aquello que los romanos llamaban la res pública) es exclusiva de aquellos a lo que elegimos cada cuatro años. Nada más lejos de la realidad, somos los ciudadanos de a pie los primeros que debemos tomar conciencia de la importancia de mantener nuestro patrimonio en perfecto estado, a imagen de tantas y tantas otras ciudades. Por eso es profundamente triste la necesaria campaña que, a través de las redes sociales, se realizó en los días previos a San Mateo para mantener la Catedral sin agresiones en forma de estúpidas pintadas. 
Bajo el lema Respeta el Patrimonio, solo está en tu mano que se respete, se solicitaba al conquense que disfrutara de las fiestas en honor de la reconquista de la ciudad respetando el más importante monumento del que disfrutamos. Asumiendo el postulado de los responsables catedralicios, deberíamos plantearnos también el cuidado de las fachadas de la Catedral a lo largo de todo el año. Es cierto que el desenfreno parejo a las fiestas mateas puede llevar a algún «espabilado» a querer dejar su nombre tatuado en la Catedral como muestra de un amor eterno que quizá dure los cuatro días, pero también hemos de pensar en la responsabilidad que todos tenemos en la conservación de lo que nos es común. Más vale que vayamos por delante.