Alexandra Floare: La voz contra el maltrato infantil

J. Monreal
-

La joven conquense intervino en las Naciones Unidas

Alexandra Floare: La voz contra el maltrato infantil - Foto: Reyes MartÁ­nez

El maltrato infantil es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad. Según la última estadística del Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil, son 37 los casos diarios registrados (14.000 anuales). Además, en 2017, se interpusieron 37.000 denuncias por delitos violentos contra menores de edad y en lo que va de año un total de 18 niños y niñas han muerto por causas violentas.

Uno de esos miles de casos de violencia contra los niños es el de Alexandra Floare, una joven hispano-rumana residente en Cuenca, quien durante nueve años padeció maltrato en el seno familiar. «Pasé toda mi infancia soportando maltrato, pensando que yo era la culpable», dice Alexandra, quien acaba de regresar de Nueva York, donde ha expuesto ante la Comisión de los Derechos del Niño la situación de abandono y violencia que viven millones de menores en todo el mundo.

«El maltrato era constante, hasta que un día no pude más y fui a ver a mi jefe de estudios, quien me puso en contacto con una trabajadora social que fue quien facilitó mi ingreso en Aldeas y mi vida cambió radicalmente», señala Alexandra.

La joven hispano-rumana habla abiertamente de la situación que vivió con su familia. «No me supone problema alguno comentar y dar a conocer mi situación, porque es mi historia y como sé que no es la única, desafortunadamente, dándola a conocer puedo ayudar a quienes sufren lo mismo que yo padecí y puedan tomar la decisión que yo tomé, dejando atrás el miedo».

En la mayoría de los casos de maltrato, los menores asumen su situación e incluso asumen que merecen ser castigados por sus padres.

Desde que llegó a Aldeas Infantiles SOS la vida de Alexandra ha dado un cambio radical. «Mi entrada en esta institución ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. He experimentado un desarrollo personal increíble, porque he aprendido a ser una persona nueva y puedo asegurar que han sido, y siguen siendo, los mejores años de mi vida porque puedo decir que he vuelto a nacer».

Ha aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas, a vivir una infancia feliz, a recuperar el ser niña y a confiar en las personas que la rodeaban.

«Ahora valoro el significado de estudiar y lo que me puede deparar en un futuro. El no tener a nadie hace que tengas que madurar por ti misma y, lo más importante, que aprendas a quererte y a valorarte como persona», dice Alexandra.

La joven fue una de las cuatro personas elegidas en todo el mundo para representar a la infancia el 26 de junio ante las Naciones Unidas en Nueva York, en la conmemoración del 30 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Alto y claro. La representante española reclamó la necesidad de que se apruebe la Ley contra la Violencia Infantil, «para poder prevenir todos los casos», además de un pacto de Estado para que «la infancia sea una prioridad y se invierta en ella», sin olvidar la lucha contra la pobreza infantil.

Reconoce que en su intervención del pasado miércoles ante las Naciones Unidas, estuvo « algo nerviosa, pero también con mucho orgullo, con esperanza de poder estar al nivel» y expresar lo que quiere para que «todo cambie a mejor».

Ante la Comisión por los Derechos del Niño señaló que en España uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o de exclusión social y que a nivel mundial «hay una gran pobreza infantil. Es un problema que se arrastra desde muchísimos años y que se debería solventar ya».

Respecto a la violencia ejercida sobre los niños en el ámbito familiar, la joven española, señaló que «una de las peticiones que harán al Gobierno será que se apruebe la Ley contra la violencia a la infancia en España, ley se encontraba en tramitación pero que quedó pendiente con la convocatoria de las elecciones generales. «Con esta ley se podrían detectar mejor los casos para prevenir y tomar medidas para que no se volvieran a repetir, evitando casos de maltrato». A su regreso de Nueva York, Alexandra se mostraba satisfecha de su intervención, «que al igual que la de mis compañeros sirva para tomar conciencia de que es hora de que se ponga remedio a esta situación que vive la infancia».

Tras alcanzar la mayoría de edad, Alexandra sigue viviendo en Cuenca, pero ya no en las instalaciones de Aldeas Infantiles SOS, sino en un piso tutelado (por la misma institución), hasta el momento de iniciar su carrera de Criminología, así como ingresar en la Escuela Nacional de Policía.

«Al cumplir 18 años, seguimos vinculados a Aldeas, pero ya de forma más independiente, aunque contamos con todo el apoyo que nos puedan prestar, como siempre han hecho desde que fuimos acogidos», dice Alexandra, quien añade que «mi vinculación con Aldeas será permanente, allá donde me encuentre, porque siempre estaré agradecida a quienes hicieron posible que mi vida cambiara por completo».