Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Pichichi Índigo

08/09/2023

Tengo que remontarme 18 años para explicarme, y no descarto que este espacio temporal mayor de edad haya sido suficiente como para distorsionar aquella realidad que aún conserva mi memoria, que languidece, que se derrite a cachos. Pero este recuerdo se colgó de uñas en algún rincón de mi hipotálamo para resurgir en esta pequeña tribuna. ¿Dónde he puesto las llaves? 14 de junio de 2005. Lenny Kravitz venía de tocar en La Fuensanta, en la de antes, la orientada de este a oeste, en un concierto que no llenó y para el que volaron invitaciones para hacer bulto. Cuatro días después, la Balompédica recibía al Real Madrid 'B' en el mismo escenario. Al de Diego López, Arbeloa, De la Red y Soldado. La misión: intentar subir a la segunda división del fútbol español. Ya ven, ya se maltrataba el césped entonces. Y yo, con mis tiernos 20, después de ejercer de vigilante durante el bolo de Lenny la noche anterior, aquél día presté servicio de control de accesos en el estadio municipal, perfectamente uniformado, mientras desmontaban el escenario.

Apareció por la puerta que da a institutos Manuel Noeda, maestro del oficio que ahora ejerzo, con la intención de entrar en La Fuensanta para ver en qué estado había quedado el césped a cuatro días del (probablemente) partido más importante de la historia de la ciudad. Él hacía su trabajo, yo tuve que hacer el mío. Para un estudiante de Periodismo que vio crecer su vocación escuchando al gran Manolo en la Cadena Ser fue duro decirle que no podía pasar. Se enfadó. Ojalá lea esto y me sepa perdonar.

Casi dos décadas desde entonces y no hemos aprendido nada. Seguro que el partido contra el Cazalegas previsto para dentro de diez días no es tan vistoso como aquella visita del filial blanco, pero servirá para demostrar que mantenemos intacta esa manía de colocar conciertos en el estadio municipal. La filia al césped y la fobia al coso, eso tan nuestro. Otro debate bonito sería preguntarnos si el concierto de Ilegales y Enemigos hubiera cuadrado más un viernes por el perfil del público. Porque lo que no admite discusión es que hubiera cabido en la plaza de toros. La fiesta de Radio Kolor, no hace mucho, metió a más gente en el escenario de Las Doscientas. No me digan que si problemas de seguridad.

Podríamos, también, preguntarnos por qué Das Model y Kanteo, grupos paisanos, tocaron cuando aún no había cerrado la Feria de Artesanía y las apuestas de los caballos, teniendo ocupado a gran parte de su público objetivo. Y cabe, además, cuestionar la predicción meteorológica que vino a cancelar a Pablo Alborán el sábado. Porque agua no cayó. Si acaso alguna gota. No sé si más que entradas vendidas.

Salvemos a Lola Índigo, que desplegó el mismo show que ya ha tocado arena de plaza de toros en Albacete y que lo volverá a hacer en Alicante. Pero atrajo, dicen, a 3.600 personas. Que no es lo mismo que vender 3.600 entradas, ojo. Bolo al área y gol, gol de Lola Índigo.