1951: Una corrida por suscripción popular

Chicuelito
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El alcalde Cano firmó el contrato con González Vera para anunciar a Dominguín, Manolo González y Miguel Báez 'Litri'.

1951: Una corrida por suscripción popular

En 2024 se cumplirán 25 años de la gestión de la plaza de toros por parte de Maximino Pérez. Un cuarto de siglo de éxitos continuados, a todos los niveles, en los que se ha conseguido que la Feria de la ciudad de las Casas Colgadas sea una de las más importantes de España y la tercera en el número de abono de plazas de segunda, pero con carteles de primera. Estos 25 años que han prestigiado a nuestra plaza (remozada y remodelada en 2016) y a la Feria de San Julián, tuvieron otras décadas en algunos casos también brillantes, pero que fueron decayendo por el poco interés del empresario de turno.

Desde los años sesenta, la plaza fue regentada por empresarios como Fernández Pacheco (1955-58), los Dominguines (1959), José Ignacio Sánchez Mejías (1964), Antonio Martorell (1967-71), Francisco Sanz Casanova y Emilio Miranda-Valencia (1972-1986), Gutiérrez Puerta (1987-91) y Martínez Uranga-Emilio Ortuño (entre 1992-98). En los años 40 algunos espectáculos los organizó la empresa Jumillano, y en otras ferias tuvo que ser el propio Ayuntamiento, con el apoyo de algún empresario taurino y locales (entre ellos los conocidos como los doce apóstoles), como ocurrió en 1951, que es el caso que nos ocupa, en el que el alcalde, Sebastián Cano Guijarro, cogió el toro por los cuernos, para que la afición de Cuenca pudiera tener feria taurina por San Julián.

En aquel verano de 1951, desde el propio Ayuntamiento y la Cámara de Comercio se inició una suscripción popular para pagar los gastos de la corrida de feria. En la sesión municipal del 18 de julio, el Consistorio «determinó contar con el apoyo de la afición taurina para organizar unas corridas de toros a base de los mejores espadas del momento actual». Explicaba la nota municipal que «a tal finalidad y para pulsar al vecindario acordó unos abonos en cuenta corriente por importe de 500 pesetas como mínimo», a ingresar en la cuenta municipal o en la Cámara de Comercio, antes del 31 de julio.

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Con ese importe, el abonado podría comprar entradas por valor de 250 pesetas y las otras restantes quedaban como fondo para gastos. Hay que tener en cuenta que por ejemplo en 1949 la barrera de sombra costaba 150 pesetas; la de sol y sombra 100 y la de sol, 55 pesetas. El precio de los tendidos oscilaba entre 50 y 35 pesetas y la andanada de 35 a 20 pesetas. Para valorar esos precios y el abono cabe resaltar que los Almacenes de Emilio Díaz ofertaban camisas de manga corta a 25 pesetas, sábanas «de buena calidad» a 80 y rica pana irrompible a 55 el metro…

El bisemanario Ofensiva publicaba la primera relación de abonados de 500 pesetas encabezadas por el gobernador civil, Gabriel Juliá; el presidente de la Diputación, Manuel Lledó y el alcalde (promotor de la idea), Sebastián Cano. A la amplia lista se sumaban conocidos nombres y apellidos de comerciantes, médicos, abogados, etc.,  como Jesús Moya Gómez (que sería alcalde), Manuel Saiz Abad, Jesús Carrillo, Juan Llandres, Justo Lozoya, Francisco Muñoz Guaita, Antonio Andrés Perona, Eduardo Torallas, José Luis Ruiz del Olmo, Antonio Basanta, Federico Picazo, José González, Justo Murcia, Mariano del Pilar, Leopoldo Olivares, Fernando Muñoz, Antonio Saiz Verdú, Amadeo Villar, Leovigildo Pontones, Isidro Mateo Soriano, Lorenzo Carretero, Joaquín Muñoz El Moti, Niceto Collado, Manuel González Alonso, Juan Evangelio Moragón, Nicanor Abarca, Juan Antonio Villaescusa Quilis, Julián García Belinchón y un largo etcétera, amén de empresas como Bodegas de la Jara, Organizaciones Taurinas Júcar y Autovil Villar. Destacaba sobremanera Antonio Simón Caballero (La Rápida) con 1.000 pesetas.

En la tercera relación aparecen nombres como los de Rafael Mombiedro, Benito Rojo, Pedro Notario, Mariano y Agustín Segarra, Bernabé Yébenes, Emilio Díaz, Enrique Benítez, Tomás Moreno Morate, Raimundo Álvarez, Justo Fernández, Tomás Cubells, José Zomeño y otros más, y empresas como Marcor, Eléctrica Conquense, Compañía de Maderas, Nietos de Correcher, Alsina Graes, Sigma, El Rodaje, Hotel Romana, etc. Cada uno con 500 pesetas.

Se busca empresario. Finalizado el plazo de suscripciones, el número de abonados estuvo cercano a los 200, sumando la cantidad de 97.500 pesetas, que eran insuficientes para programar una corrida de toros. Conocida la recaudación obtenida, se acordó publicar un anuncio en los diarios ABC y Pueblo, en la revista Dígame y en Ofensiva, que decía lo siguiente: «El Ayuntamiento cede gratuitamente la plaza de su propiedad para la organización de todos los espectáculos taurinos que puedan celebrarse con motivo de las Fiestas patronales de San Julián, durante los días 4 al 8 de septiembre próximo. A tal efecto, se abre concurso libre para que puedan presentarse proposiciones por escrito hasta el día 16 de agosto en curso. Cuenca, 9 de agosto de 1951».

Cinco días después se recibe en el Ayuntamiento el siguiente telegrama: «Daría corrida día 5 a base Litri y Manolo González, toda clase de impuestos y piso plaza gratis. Conteste. Antonio González. Madrid».

A la vista del telegrama se celebra una nueva reunión para que los comerciantes e industriales contribuyesen en el pago de los impuestos de los festejos. Se habla por teléfono con el empresario González y viajan a Madrid el alcalde Sebastián Cano y el concejal Manuel Saiz González con el fin de firmar el contrato, reconociendo el alcalde que una vez en la capital de España, a la hora de redactar el contrato, la empresa fue más exigente que lo que decía en el telegrama. Pero era tal el deseo municipal de que se celebrasen los festejos taurinos, que dieron por bueno el contrato, con las siguientes condiciones: Primera: D. Antonio González Vera  se compromete a celebrar una corrida de toros en la plaza de dicha capital, cuya celebración tendrá lugar del 4 al 8 del próximo mes de septiembre, y cuyo cartel será a base de los diestros Luis Miguel Dominguín, Manolo González y Miguel Báez Litri. Segunda: Para la celebración de dicha corrida de toros será de cuenta del Ayuntamiento el pago de toda clase de impuestos, así como los honorarios de los señores médicos y veterinarios, servicio de enfermería, personal de plaza, servicio de mulillas, banda de música… etc., y el piso de la plaza. 

Tercera: Será de cuenta del señor González Vera el pago de los toros, la conducción de los mismos a la plaza, los honorarios de los toreros, el servicio de caballos, la propaganda y los señores taquilleros. Y añade: «Todo lo que no se especifique en esta cláusula será de cuenta del Excmo. Ayuntamiento de Cuenca». Al mismo tiempo se acuerda anunciar, en las mismas condiciones, un espectáculo cómico taurino-musical (El Empastre).

La cláusula quinta recogía que el empresario González Vera «hará entrega al señor Cano Guijarro de tres palcos de sombra para las atenciones del señor alcalde», y advierte que todas las localidades que se retiren en taquilla, excepto los tres palcos, serán abonadas en metálico».

Una vez firmado el contrato, se recibió en el Ayuntamiento una nueva comunicación con fecha del día 18 en la que quedaba claro «que toda recaudación de taquilla por venta de entradas y el importe de la carne de ambos festejos serán para el empresario González Vera».

Cano tuvo que explicar a la ciudadanía todo el proceso llevado a cabo, en una entrevista de doble página en el bisemanario Ofensiva, facilitando toda clase de datos. El periodista César Serna le comenta al alcalde que había cedido mucho al firmar el contrato en condiciones muy ventajosas para la empresa. Cano no se mete en el imaginario burladero, sino que sale al paso: «La razón es sencilla. Era la única oferta presentada hasta entonces y no estábamos en condiciones de rechazar ni exigir. Estimé que aunque nos costase dinero, Cuenca lo agradecería y sería mejor gravarnos».

«Una novillada cumbre». Y aunque el empresario González Vera se encargó de divulgar en el anuncio de sus festejos que no se iba a celebrar una novillada, al final unos empresarios de Cuenca lograron organizarla, con la venia del alcalde, con un cartel muy atractivo entonces: los albaceteños Montero y Pedrés y Enrique Vera, que ya de matador participaría en la película Tarde de toros (1956) junto a Domingo Ortega y Antonio Bienvenida. El anuncio decía: «Se verá en Cuenca la novillada cumbre del año».

En 1951, y el 6 de septiembre, nacía Luis Algara El Estudiante, quien en la feria de 1973 tomó la alternativa de manos de Francisco Rivera Paquirri, con Julio Robles de testigo. Salió a hombros con Paquirri. Este año se cumple el cincuentenario de aquella tarde histórica.