Si los notarios hablaran... ¡pues lo han hecho!

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Javier Ronda y Marián Campra han recopilado anécdotas reales y divertidas en un libro. Algunas de las más curiosas son de Castilla-La Mancha

Imagen de la actividad notarial a comienzos del siglo XX - Foto: Fondo Los Legados de la Tierra (Archivo CLM)

Creía que había visto ya de todo, pero cuando la notaria procedió a la apertura del testamento se encontró con una disputa entre dos hermanos toledanos ¡por el lugar en el que tenían que ser enterrados en el panteón familiar! Era uno en la parte izquierda y otro en la derecha porque no había más sitio, pero esta desavenencia fue suficiente para que no firmaran la herencia. Esta es solo una de las historias que recoge el libro 'Notario de guardia' de Javier Ronda y Marián Campra.  La expresión popular dice aquello de 'si las paredes hablaran...', pero no tienen menos que contar los notarios... ¡y para este libro lo han hecho!

Algunas de las anécdotas recopiladas suceden en Castilla-La Mancha, como la de los dos hermanos toledanos peleándose por el lugar del panteón familiar que les tocaba. También se cuenta que en un pueblo de esta región se pudo comprobar que cuando toca entregar un documento notarial sobre una herencia «sale lo peor de cada uno». La notaria tuvo que presentarse con dos oficiales de la notaría porque todo eran gritos, malos modos y hasta temieron correr riesgo físico. 

En otros casos las historias parecen de guión de una película. Una de ellas se remonta a los años ochenta y a una zona rural de Castilla-La Mancha de pueblos pequeños y distantes. Para el notario, era su primer destino y le ocurrió que una noche a eso de las 23:00 le llamaron para ir a un pueblo a 50 kilómetros porque había una señora que se estaba muriendo y quería hacer testamento. 

Portada del libroPortada del libroCuando llegó una de las sobrinas se plantó ante el notario para decirle que su tía «quiere hacer testamento para dejar todo lo que tiene para todos los sobrinos que estamos aquí, porque usted sabe, mejor que nadie, que si muere sin testamento, el Estado se queda con todo». El notario entró en la habitación donde había otros ocho o diez sobrinos rodeándola. «Mira tía, está aquí el notario para que le digas a él eso que antes nos dijiste a nosotros, que querías que todos tus bienes pasasen a los sobrinos que estamos aquí», señaló la sobrina portavoz. 

El notario empezó a sospechar y pidió que le dejaran a solas con la mujer. Al hacerle preguntas y recibir respuestas inconexas por delirio, le comunicó a los sobrinos que no estaba capacitada para hacer testamento y se marchó ante las protestas de los sobrinos. 

La mujer se recuperó y al cabo de un mes el notario sí pudo acudir a hacer el testamento, pues estaba levantada y en buen estado. Así que sacó papel timbrado y su Olivetti portátil para recoger que le dejaba lo que tenía, que solo era su casita, a un sobrino solo, el único que le visitaba periódicamente y se preocupaba por lo que necesitaba. El notario le preguntó intencionadamente si no dejaba nada a los otros sobrinos. Y ella se lo aclaró:«No, hijo no. Ellos están mucho mejor que yo y a muchos de ellos hace bastante tiempo que no los he visto. Además, si está 'casica' queda para uno solo, éste puede hacer algo con ella, pero si la dejase para la tira de sobrinos que tengo no les daría ni para una merienda».

La saga de las anécdotas 

No es la primera vez que Javier Ronda hace un libro recopilando anécdotas reales y divertidas. Lo hizo con la Guardia Civil en 'Tricornio de guardia' o con el ámbito judicial en 'Juzgado de guardia'. Junto a Marián Campra escribió 'Vecino de guardia' y ahora ha llegado el turno a los notarios. Los ilustraciones son de Pachi.