Arte colgante

Manu Reina
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La artista Sonia García cautiva a los clientes con una gama de pendientes artesanales que elabora de forma minuciosa con arcilla polimérica y que se ambientan en los años ochenta

Arte colgante - Foto: Manu Reina

Los colgantes y pendientes desempeñan un papel crucial en el mundo de la moda. Más allá de ser simples accesorios, estas piezas de joyería son símbolos de estatus, expresiones artísticas y testimonios de momentos significativos en la vida de las personas. La joven artista Sonia García elabora de forma minuciosa su propia gama de pendientes con la caracterización de que están ambientados en los años ochenta. El resultado es tan bueno que, pese a que lleva poco menos de tres años con este ejercicio profesional, ya tiene su propia colección y clientela. 

La especialidad de Sonia García, que ejerce a través de su marca Fem Fetén, son los pendientes y colgantes. Utiliza «arcilla polimérica» para dar forma a todas las ideas que invaden su cabeza o que tiene esbozadas en infinidad de hojas de cuaderno. También trabaja con «plata de ley bañada en oro» para conseguir el mejor resultado en las fornituras. El color juega un papel esencial para despertar la atención en las personas e iluminar los rostros de las mismas, además de ser el complemento perfecto para hacer lucir la indumentaria que uno mismo lleva. «El color es muy importante para obtener un resultado brillante y en cada pendiente uso diferentes mezclas que tengo previamente preparadas». 

Desde que se pusiera manos a la obra en esta faceta, siempre ha tenido claro que «quería hacer pendientes para todo tipo de orejas, buscando diferentes cierres». Tanto es así que ha incorporado en su taller personal acero o titanio para que aquellos clientes alérgicos también pueda adquirir uno de estos llamativos accesorios. Sin olvidar, que aquellas personas que no tengan agujero en la oreja también pueden llevar uno o incluso aquellos que tienen los orificios rasgados. En su taller, que cuenta con todo tipo de herramientas, lleva a cabo las adaptaciones. En este espacio personal de trabajo puede perfilar tanto el resultado final que basta con ver el pendiente para darse cuenta del curro que lleva hacerlo. 

En todo este tiempo, Sonia García, licenciada en Bellas Artes, ha trabajado partiendo siempre de una base y a través de un proceso totalmente artesanal, que lleva su tiempo y que requiere muchas veces «paciencia». Que el resultado sea tan bueno no es por puro azar, todo lo contrario. Esta joven ha tenido que «estudiar y formarse mucho, con muchas referencias a nivel técnico», para así crear sus propias ideas. «Tengo muy claro que nunca voy a copiar ningún estilo porque quiero tener el mio propio», asegura.

Ligeros. Una de las pocas cosas que tienen en común sus creaciones es que «pesan muy poco, son muy ligeras, ya que odio las que pesan mucho porque son incomodos». Otra de las peculariedades es que la creadora es fanática de los ochenta, por lo que todos sus pendientes están ambientados en esta época. «Desde siempre me ha gustado mucho y creo que el rollo es ideal para crear los pendientes», explica.

El recuento que ella misma hace se traduce en un centenar de unidades diferentes, con la que pretende conquistar tanto a chicos como a chicas. Sus obras, que llevan una media de cuatro horas de elaboración, pueden encontrarse principalmente en ferias. Sonia ha instalado ya su propio stand en ciudades como Barcelona, Bilbao, Gijón o León. El hecho de moverse de un lado a otro le permite adquirir más conocimientos y la inspiración puede llegar de forma más rápida. También ha participado en las tres últimas ediciones del mercado navideño de Cuenca, que es algo que le genera «mucha emoción», con un balance «muy positivo» gracias a la gran respuesta del público, tanto es así que volverá la próxima Navidad. 

Sonia explica que la horquilla de precios de sus pendientes, unos con mayor tamaño que otro, oscila entre 25 a 40 euros, con un coste medio que se sitúa en treinta. La artista no solo expone sus obras en eventos o directamente en redes sociales, sino que también trabaja por encargo. De hecho, en estos momentos está elaborando unos colgantes para una señora que asistirá muy pronto a una boda. «En la elaboración de los pendientes tendré en cuenta tanto el rosto de ella como el vestido rosa que va a llevar», apunta.

En un mundo cada vez más dominado por la producción en serie, el valor artesanal emerge como un tesoro preciado. La diferenciación sobre el resto, con detalles únicos, es lo que hace que los pendientes de Sonia cada vez tengan mayor demanda.