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Está más que claro que el mundo digital en el que estamos inmersos, está repleto de cosas cada vez más asombrosas y también, más complejas y rebuscadas.
Yo soy de letras y por tanto, hablar de aspectos científicos, numéricos o australes, me siento muy pequeño por desconocimiento, dudas y problemas sin resolver. Sin embargo, no tenemos más remedios que participar, escuchar, aprender y sentir, lo que los adelantos tecnológicos nos proponen, automatizando tareas, sin olvidar cómo las aplicaciones van utilizando un lenguaje de programación, a veces indescriptible, pero solícito a las nuevas normas y deseos.
Los robots abren un mundo nuevo; la inteligencia artificial llena los espacios de Ferias, Encuentros, Seminarios o Congresos; el lejano Oriente empieza a inundar de novedades el espectro socio-económico-cultural, sin olvidar que los hindúes, los pakistaníes o los americanos, también quieren estar 'al día' en esas novedades increíbles y sorprendentes.
Ahora bien: ¿Los algoritmos solucionan todas las necesidades? ¿La inteligencia artificial suplantará al ser humano?
Por mucho que algunos lo crean y lo universalicen, no y no, porque la inteligencia artificial no tiene emociones ni prejuicios, lo que se convierte en una herramienta objetiva y neutral a la hora de tomar decisiones; por tanto, no podrá reemplazar la empatía y la comprensión que los seres humanos pueden brindar. Y así lo dice el profesor Sánchez Bethancourt, y así lo compartimos muchos de nosotros, aún siendo de letras como es mi caso.
Así que amigos, los algoritmos están ahí, son claves en el desarrollo científico, necesarios para afrontar las nuevas tecnologías cuando su uso puede y debe suplir actividades de todo tipo, pero aún así, necesitamos la capacidad humana para contextualizar, interpretar y tomar decisiones éticas y estratégicas.
Los algoritmos, por tanto, son básicos para crear la inteligencia artificial, así como los datos para configurarlos, ayudan al ordenador a completar un cálculo y así se crean las máquinas y se diseñan como neuronas humanas, pero hasta ahí podemos llegar. Lo dicho, por el momento, no pueden suplir –como algunos piensan- al ser humano.