Un siglo de servicio

Manu Reina
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Jesús Bermell celebra hoy sus 100 años de vida con una sonrisa de oreja a oreja y avanza que tal vez el secreto sea «tener personalidad y suerte, ser buena persona y explotar tus virtudes»

Un siglo de servicio - Foto: Manu Reina

Una larga historia que contar. Y es que un siglo da para mucho. Más aún cuando uno puede narrar un sinfín de acontecimientos, batallas y hazañas, unas más alegres que otras. Ese es el caso de Jesús Bermell Calvo, que justo hoy conmemora su cumpleaños número 100. No hay secretos para soplar cien velas, pero tal vez sea por «tener personalidad y suerte, ser buena persona y explotar tus virtudes», tal y como señala el protagonista.
Jesús, que posee numerosas condecoraciones, nació en una localidad salamantina (Saucelle) un 24 de agosto de 1923, concretamente a las seis y media de la mañana, y durante estas diez décadas siempre ha sido militar, tanto que él mismo se considera así desde «el vientre de mi madre». Por desgracia, él tuvo que crecer en un ambiente de hostilidad por la Guerra Civil Española. Este histórico acontecimiento bélico le hizo crecer y madurar de forma precoz.

El amor le llevó hasta Cuenca en 1954, aunque primero conoció a su media naranja en Valencia en una academia de inglés, aunque él fue a tierras valencias por motivos de trabajo. Tras formalizar la relación y casarse con Amelia, en nueve meses se instalaron en esta ciudad, de la que siempre habla maravillas y a la que defiende a capa y espada. Tanto es así que critica que «es la gran olvidada de los planes de desarrollo y progreso de este país».

Este conquense de adopción, que es viudo con tres hijos y cuatro nietos, ama el servicio militar y siempre ha dedicado sus esfuerzos vitales a ello. Es comandante retirado especialista en radiotelegrafía del Ejército del Aire. De hecho, Jesús pasó muchos años en el antiguo observatorio de Cuenca, para «avisar a los aviones de si podían sobrevolar el espacio aéreo de la zona». No lo hizo solo, ya que junto a una veintena de compañeros pudo formar un destacamento «muy bueno», que él mismo dirigió durante once años. Por desgracia, hasta la fecha tan solo sigue con vida su inseparable amigo Julio Herráiz (90 años), con quien comparte infinidad de anécdotas e historias. 
código morse. Tanto Jesús como Julio se resignan a abandonar uno de los métodos de comunicación que tanto utilizaron el siglo pasado, como es el código morse. Ambos son radioaficionados. Cada lunes y jueves intercambian mensajes para «preguntarnos cómo estamos o qué vamos a hacer, además de hablar de nuestras cosas», explica Jesús con mucha emoción. 

Este militar retirado está hecho de roble, tiene una sonrisa de oreja a oreja y camina por sí solo. Es capaz de acordarse con lucidez de la mayoría de pasos en su vida. No podría ser de otra forma cuando hasta hace apenas unos años dejó la práctica del tenis. Ha tenido la raqueta en la mano hasta los 92 años. Y es que el deporte, especialmente el fútbol, ha sido una de sus grandes pasiones. 

En este día tan especial celebrará un siglo de vida y compartirá momentos felices con sus seres queridos. Sin embargo, Jesús no está plenamente feliz y aún hay un aspecto pendiente en la sociedad española que le «enfada». «Tenemos la manía de estar enfrentados y me cabrea mucho, me voy a ir a la otra vida enfadado porque no somos capaces de estar unidos y crecer juntos», concluye.