¡Vamos, soldados queridos!

Marta Mora
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Las fiestas de Moros y Cristianos en honor al Santo Niño cambian de fecha por la pandemia, pero se celebrarán con todo su esplendor

¡Vamos, Soldados queridos!

La música, el colorido de los trajes y la ilusión volverán a inundar las calles de Valera de Abajo. También el olor a pólvora y las lágrimas de emoción para celebrar, después de dos años, el regreso de las fiestas de los Moros y Cristianos. Un festejo popular con más de 400 años de historia, en honor al Santo Niño en recuerdo de los combates antiguos entre musulmanes y cristianos en los que muestran además su fe y devoción.

Son días grandes en la población conquense que se engalana para conmemorar la festividad más antigua de la localidad. Sin duda, es un espléndido paréntesis que interrumpe la rutina cotidiana de todos los vecinos y crea un ambiente cálido y acogedor que envuelven los diversos actos que jalonan estas jornadas entrañables. Y este año más si cabe, porque después de tiempos difíciles es momento de disfrutar y vivir con hermandad la festividad de los Moros y Cristianos. 

Es cierto que no se celebran en su fecha, ya que estas fiestas se conmemoran el tercer fin de semana de enero, pero debido a la pandemia, se vieron obligadas a cambiarlas de fechas para estos próximos días, por lo que todos sienten que «les falta algo», asegura el alcalde de la localidad, Daniel Pérez. «Ha sido la primera vez en la historia que se han propuesto a otras fechas. Por eso tenemos ilusión y muchas ganas de que llegue el momento, pero notamos que nos falta algo, que sea su día», manifiesta. Todos los vecinos esperan la melodía marcada por la dulzaina y el tambor que indica el inicio de las fiestas, el momento de salir a la calle y compartir momentos de alegría y fervor. De vivir con intensidad los cuatro días más esperados por todos los valerosos y valerosas.

Tanto los Moros como los Cristianos se convierten en fieles aliados de la fiesta y del Santo Niño, en un programa de actos en el que se combina la tradición con la devoción y la diversión. «Son unas fiestas exclusivas, que merece la pena vivir. Tienen de todo, no les falta de nada», resalta el alcalde. Es una tradición de padres a hijos. Una devoción difícil de explicar. «Desde que somos muy pequeños nos sientan a la asociación. Mi padre, cuando tenía un año, me sentó como cristiano. Es una devoción que nos inculcan desde pequeños», cuenta el alcalde. La Asociación Hermandad Dulce nombre de Jesús la componen cerca de 800 personas. Niños, jóvenes y mayores comparten una misma pasión. «Hay niños de seis meses, de un año... Crecer año tras año con estas fiestas, a lo largo de toda tu vida, y siendo amigo de todo el mundo, es algo increíble», asegura Daniel.

Estas fiestas son «la muestra de la música y los bailes de antes perseverados en la actualidad», cuenta Pérez, con canciones únicas de la propia localidad que se han ido conservando a lo largo de la historia. «Las notas han ido pasando de padres a hijos», manifiesta. Son unas fiestas singulares que también cuentan con sus propios vestidos. «Los trajes de los Moros, a diferencia de otros, aquí las mujeres y costureras los hacen a mano; es único, propiedad de todos los Moros y hace que el vestido sea una gozada», explica.

 Hay algo especial en estas fiestas que las hace diferentes. La alegría, el humor, la luz y el color, la música, la pólvora y la convivencia. Los Dichos, las Guerrillas, la Quema del Vaso, las corridas de banderas... El dulce y el buen vino. Todo  por una devoción al Santo Niño que conmemorarán el domingo, el día grande de las fiestas.  «Es el día del Santo Niño y el día de los Dichos, con la batalla dialéctica entre el bando cristiano y el bando moro», un día especial dentro de un programa particular, por lo que el  alcalde de la localidad, Daniel Pérez, anima a todas las personas a acercarse al pueblo y vivir una experiencia inolvidable.

 Valera de Abajo se convertirá estos próximos días en una guerra, en paz, en un pueblo en luz y color y una historia en una fiesta.

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