A mitad de campaña...

Pilar Cernuda
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A solo una semana del 28-M, el PSOE se ve ganador frente a un PP que busca teñir de azul el país y un Cs que no logra despegar

A mitad de campaña...

…En Moncloa, difunden que van a tener mayoría en votos el 28 de mayo que, al menos, sacarán medio millón de ventaja al PP. En el PP, se apuntan a la prudencia y aunque los tracking que manejan sondeos diarios les dan resultados que permitirían gobernar en tres nuevas comunidades, insisten en que Pedro Sánchez es mal adversario y hay que apretar a fondo para alcanzar los objetivos. 

A mitad de campaña, Yolanda es la figura emergente aunque no se presenta, pero su apoyo a los candidatos que forman parte de Sumar -Más País, Equo y Compromís, suben a costa de quien ha sido su socio hasta ahora. En Podemos no se ve preocupación, sino rabia, porque empiezan a asumir que Yolanda, a la que Pablo Iglesias convirtió primero en ministra y después en vicepresidenta, ha dado la razón una vez más a las voces que alertaban de que en Galicia, donde inició su carrera política, se caracterizó por traicionar a los sucesivos dirigentes de partidos que la iban llevando a las alturas. Esta vez tocaba traicionar a Pablo Iglesias, y quien sabe si el siguiente va a ser Pedro Sánchez.

Las campañas electorales, según los expertos en sociología política, apenas cambian el voto, excepto si se produce un acontecimiento que provoca una convulsión social inimaginable, como ocurrió con el atentado del 11-M, cuatro días antes de las elecciones, que dio el triunfo a Rodríguez Zapatero; o si un candidato comete un error impropio de un candidato que aspira a la Presidencia. También, afirman los expertos que, en unas elecciones autonómicas y municipales, tiene más importancia el candidato que el partido con el que se presenta. Es la razón de que en tiempos de Casado distintos aspirantes del PP eliminaran las siglas del partido en la cartelería -lo hizo el propio Feijóo y no fue el único-, y ahora ocurre una situación parecida en el PSOE, aunque lo más relevante es que en varias regiones y localidades no se pidió a Moncloa la presencia de Pedro Sánchez.

No fue una buena idea y, además, llegó en un momento en el que los organizadores de la campaña se vieron obligados a pedir el carné de identidad a los asistentes a los mítines para tratar de evitar los abucheos que se habían dado en varios actos protagonizados por Sánchez. Que este año no va a cerrar campaña en Madrid, sino en Barcelona. Se comprende. Quiere ayudar a Collboni a convertirse en presidente, pero no es seguro que el apoyo del jefe de Gobierno sea en este momento la mejor baza. 

En Madrid, la candidata a la Alcaldía, Reyes Maroto, suma decepciones con mítines a los que no acude ni la mitad de la gente prevista. En el PSOE argumentan que es porque cuando estaba ocupada en responsabilidades de ministra que abarcaban toda España, no era muy conocida en Madrid; los más sinceros alegan que está recibiendo su castigo por haber sido ministra de Sánchez hasta hace un mes.

Punto álgido

La campaña es agria, con su punto álgido en el cara a cara que mantuvieron Sánchez y Feijóo en el Senado el pasado martes. ETA ha irrumpido en el debate público, en detrimento de la imagen del PSOE y Sánchez que, para defenderse, culpan al PP de meter a ETA en campaña cuando ha sido Bildu el que ha provocado el escándalo. 

La siguiente estrategia de los sanchistas ha sido poner el acento en que  Ayuso se distancia de Feijóo respecto a la ilegalización de Bildu. Feijóo no está a favor porque esa ilegalización no es posible con la ley actual, pero Ayuso sin embargo insiste. 

Por muchos esfuerzos que haga la izquierda para resaltar las malas relaciones entre el líder del PP y la presidenta madrileña, la amistad entre los dos es sólida y firme. Feijóo dio manos libres a los responsables regionales para hacer sus listas, con la advertencia de que a cambio él tendría el protagonismo en las del Congreso. Eso sí, una vez pasado el 28-M, pedirá cuenta a los dirigentes regionales de los resultados obtenidos.

Feijóo tiene datos que recogen que va a tener un gran resultado en Madrid, es probable incluso que alcance la mayoría absoluta. En algunas cuestiones defiende posiciones muy parecidas o idénticas a las de Vox, pero eso no significa no solo que tengan diferencias ideológicas, que Feijóo respeta, sino que puede conseguir en ese caladero los votos que necesita para lograr la mayoría absoluta.  

Podría decirse lo mismo respecto a Juanma Moreno: su relación con Feijóo es excepcional, y el presidente nacional ha respaldado sin fisuras las decisiones que ha tomado el presidente regional respecto a Doñana, un asunto muy polémico en el que el PSOE ha creído encontrar motivo para arremeter contra Moreno. 

Ciudadanos no despega, algunos sondeos recogen, incluso, que no tendría concejales en la capital a pesar de la buena imagen de Villacís; en Cataluña se han producido importantes fugas del partido, con intentos de acercarse hacia el PP.

Feijóo ha marcado estrategia propia. Lo primero, eludir cualquier declaración sobre Vox y si formará o no gobierno con el partido de Abascal. No dirá nada hasta conocer los resultados, pero transmite su intención de buscar apoyos en partidos regionales. Mantiene una excelente relación personal con Urkullu y, aunque el que manda en el PNV es Ortúzar, no es ningún secreto que en la dirección de ese grupo político están indignados con Sánchez por el apoyo que da a Bildu, que busca convertir a Arnaldo Otegi en lehendakari. 

Lista más votada

En plena campaña, el líder del PP ha hecho un anuncio de que dejará gobernar a la lista más votada. Nadie en el PSOE ha recogido el guante, pero el mensaje seguro que ha llegado a Vox: hoy, a una semana de las generales, Feijóo no intentaría llegar a acuerdos de gobierno con Vox para arrebatárselo al partido mayoritario. Si cumple lo que dice, eso significa que dejaría gobernar a Page si el PP no consigue más escaños que él en Castilla La Mancha. O dejaría ser alcalde a quien gane a Martínez Almeida en el ayuntamiento de Madrid, por ejemplo.  Un anuncio a navegantes. Y, al mismo tiempo, avance de alto riesgo.