Un docente en potencia

Manu Reina
-

El violinista Alejandro González afronta dos pruebas de acceso «muy importantes» para cursar un máster en Leipzig que le acercaría todavía más a cumplir su sueño de ser profesor

Un docente en potencia - Foto: Manu Reina

Apenas tenía tres años y ya sujetaba con maestría el arco. Es verdad que no era muy consciente de cuál era su utilidad, pero insistía en combinarlo a la perfección con el violín. La música, que no dejaba de sonar nunca en su casa, le cautivaba y, poco a poco, fue descubriendo que esa sería su gran vocación. Tanto es así que cuando acudió por primera vez al Conservatorio de Música de Cuenca ya poseía una gran base. Entonces tenía solo ocho años, aunque había pasado miles de horas junto a su instrumento favorito. Así empezó la carrera de Alejandro González, un joven violinista que tiene ahora 22 años y que quiere alcanzar grandes sueños.

Este conquense tiene claro que quiere dedicarse el día de mañana «a la docencia, porque es lo que más me gusta, mucho más que formar parte de una orquesta». Los pasos que está dando son los idóneos para lograrlo, como así lo hizo en su día su padre Alfredo González, que es un reputado docente y actual director, desde hace años, del Conservatorio de Música conquense. Ese es el recorrido que quiere seguir. «Tengo mucha ilusión y espero conseguirlo», subraya.

Alejandro González superó sin problemas los diez años de formación en la capital conquense, lo que conlleva a aprobar los cuatro cursos de las enseñanzas elementales y los seis de las profesionales. «Es una etapa en la que pude aprender mucho», recalca. Además, tan claro tenía cuál sería su futuro que decidió hacer el bachillerato artístico en la Escuela de Arte Cruz Novillo, una formación que le permitió ahondar aún más en el mundo musical.  

Una vez cumplidos los 18 años y con el diploma en sus manos, era el momento de dar el salto. «Siempre me ha gustado mucho Manuel Guillén y tenía muy claro que quería formarme con él». Con ese preámbulo, Alejandro González hizo la prueba de acceso en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, ya que quería ser alumno de uno de los mejores docentes del panorama nacional. «Me quedé segundo y pude entrar», subraya. También hizo las pruebas de selección en el Conservatorio Superior de Albacete, aunque desestimó finalmente esta segunda opción pese a quedar en primera posición. 

Sin embargo, el centro madrileño cambió su estructura. Eso hizo que no tuviera finalmente a Guillén como profesor de violín. «Fue un golpe muy duro porque me cambió la forma en la que yo había organizado mi vida». Pese al gran disgusto, no le quedó otra que seguir. Tras dos años, marcados por la pandemia y una formación a distancia poco positiva, decidió solicitar el traslado de expediente al Conservatorio Superior de Música de Zaragoza. Un destino «ideal» porque allí estaba también Manuel Guillén como docente. Tras aprobar de nuevo otra prueba de acceso, «distinta a la primera», completó los dos cursos restantes de una forma «maravillosa». El pasado mes de junio acabó.

El talento que posee es innato y sus actuaciones, pese a su corta edad, le avalan. Ha sido miembro de la Joven Orquesta de Castilla-La Mancha y de la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza. Actualmente, pertenece a la Joven Orquesta de León (JOL) y a la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid (JORCAM), destacando su labor como concertino en León, Segovia, Valladolid, los Teatros del Canal de Madrid, en el Festival Música en Segura (Jaén), el Teatro Real de Madrid y el Auditorio Nacional. En 2021 destaca su labor como concertino-director en el IX Ciclo Internacional de Órgano de Santa Engracia colaborando con el reconocido organista Eugenio Fagiani. Ha obtenido el Premio Extraordinario de Enseñanzas Artísticas Profesionales en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, correspondiente al año académico 2018-2019, y ha sido el ganador del II Concurso de Solistas del CSMA en 2022, que le llevó a actuar de solista en el Auditorio de Zaragoza con más de mil espectadores.  

Alemania. El siguiente reto de Alejandro González es cursar un máster de interpretación de dos años en Leipzig (Alemania). Para iniciar esta formación, que supone también un plus para futuras oposiciones, este joven conquense tiene que superar dos pruebas. La primera llega en unos días. Tien que «enviar un vídeo de 20 minutos donde los dos primeros tengo que presentarme en alemán y el resto tocar fragmentos sin cortes de distintas obras». En caso de aprobar, tendría en enero o febrero una segunda y definitiva prueba, aunque esta vez sería presencial. Allí tocará durante horas para convencer a los directores del centro. «Mi vida daría un giro importante si apruebo», reconoce. 

Alejandro González sigue dando pasos de gigante con su violín y lo hace acompañado del gran culpable de este amor, «sin fanatismos», por la música. «Si yo toco el violín es gracias a mi padre», recalca. El mayor de sus sueños es ser algún día «profesor de Conservatorio Superior de España», aunque elegiría Madrid con los ojos cerrados. Este joven no tiene techo y terminará cumpliendo ese sueño. Por el camino cautivará a miles y miles de espectadores.