Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Carla Otero

08/09/2023

Carla Otero se enfrenta a menudo a novillos con ganas de segarle la vida, pero no ha ganado un mundial de fútbol. Sus puertas grandes no son portada. La lucha silente por normalizar la igualdad en un mundo eminentemente masculino, tampoco. «En los toros es verdad que somos menos, pero yo lo único que quiero es que me traten igual que a mis compañeros», me confesaba el año pasado. No era una queja ni un lamento. La realidad contada sin necesidad de llevarla a ningún extremo, sin ningún otro interés que reflejar lo que rodea a los profesionales de la Tauromaquia. 
Cuando te pones delante de un toro bravo, el animal no distingue si eres hombre o mujer. Si tiene raza, va a ir a por ti sin piedad. A Carla Otero se lo recordó el martes en El Casar un novillo de la ganadería de Los Chospes. La prendió con fuerza y le propinó una cornada en la cara interna del muslo derecho con tres trayectorias de 20, 15 y 12 centímetros. Aunque no es un simple rasguño, la fortuna quiso que no afectara a venas ni arterias importantes. Ahora solo piensa en recuperarse cuanto antes para atender a los compromisos que tiene por delante. Anunciada está en el primer festejo de la Feria de Azuqueca junto a otras dos mujeres novilleras: Rocío Romero y Raquel Martín.  
A Carla Otero no hay que darle lecciones de saber estar y de categoría, porque es algo intrínseco a una profesión que no es ajena a gañanes que aspiran a ser Rubiales. La confirmación se ha vivido -mejor sufrido- esta semana. Un ganadero de éxito como es Ricardo Gallardo, de Fuente Ymbro, en un directo de Canal Sur sacó toda la grosería que lleva dentro cuando la periodista Noelia López le preguntó si se llevaría al campo a un toro de indulto: «A ti te llevaría al campo». Reconozco que tenía otro concepto de Gallardo, con el que he coincidido en varias ocasiones, no así con Luis Rubiales, al que los antecedentes hace ya mucho tiempo que le habían retratado. Con el ganadero no cabe destitución, pero tampoco el silencio. El mejor castigo es colocar frente al espejo de la vergüenza a personajes que abundan en todas las profesiones sin ser el reflejo de la mayoría. El mundo de los toros, por muy dominado por los hombres que esté, siempre ha manifestado respeto y clase suficiente para servir de ejemplo de cómo enfrentarse a la vida y a la muerte. Y como Gallardos y Rubiales hay por todos los rincones, lo mejor es que ellos mismos queden en evidencia. 
 Volviendo a Carla Otero, que es la que en realidad me importa. Las cornadas más duras siempre sirven para hacer un análisis tanto del pasado como del futuro. Estos días en el hospital y en su casa le habrán servido para reflexionar con profundidad. Son cogidas que curten y engrandecen a los toreros. No las aprovecharán jamás para dar lástima, ni para conseguir objetivos fuera de la plaza, mucho menos alguien como Carla. La aventura taurina de esta novillera afincada en Valdeaveruelo cuenta ya con los suficientes éxitos como para ser considerada una triunfadora. No todos pueden ponerse a la altura de Enrique Ponce, de Morante de la Puebla o de José Cubero El Yiyo. Ella -como estas figuras antes- también ganó el Zapato de Plata en el prestigioso certamen de novilleros que se celebra en Arnedo. Y como me dijo uno de sus padrinos taurinos: "Carla va a llegar hasta donde ella quiera. La palabra fracaso nunca va a existir en su carrera". Adelante, torera.