Iconos de pasión y devoción

Héctor Madrigal
-

Los capuces son una de las señas de identidad de esta festividad

Los capuces constituyen una de las señas de identidad de la Semana Santa de Cuenca. - Foto: Reyes Martínez

 
 
De cartón, plástico o goma de caucho, los capuces forman parte indispensable de la Semana Santa de Cuenca y constituyen una de sus señas de identidad.
Los cucuruchos, nombre con el que también se denomina a estos sombreros de forma cónica en otras ciudades, permiten entender mejor la Semana de Pasión conquense. Su origen se remonta a finales del siglo XV, cuando los condenados por delitos religiosos debían portarlos en señal de penitencia, tal y como contemplaba la Inquisición.
Pero, ¿cómo es el proceso de fabricación de los capuces? ¿qué materiales se utilizan durante su elaboración? ¿cuáles son las nuevas tendencias? Francisco Javier Escudero, vecino de la capital, hace posible que niños y mayores puedan disponer de estos capuchones desde hace ya 30 años. Su afición nace en la librería Evangelio, donde recibe los distintos encargos que le solicitan sus paisanos.
Desde el salón de su casa y con la ayuda inestimable de sus dos hijos, Francisco Javier diseña los cucuruchos y les da forma. El trabajo es relativamente sencillo y dura unos 20 minutos. 
La primera fase consiste en el corte de unas plantillas, cuyo formato varía en función del perímetro del capuzo. El siguiente paso es fijar bien el cono mediante grapas –si son de cartón- o utilizando pegamento para los sombreros de rejilla o malla de plástico. Es en esta fase en la que se elaboran las diferentes tallas. La de los más pequeños oscila entre los 51 y 57 centímetros, mientras que la de los adultos llega, normalmente, hasta los 61. 
Por último, los perfiles del capuzo quedan protegidos con cinta americana con el fin de conseguir un mejor acabado. De este modo, los capuzos se vuelven más resistentes y adquieren un tacto suave al contacto con la cabeza, evitando cualquier tipo de rozadura.
 
satisfacción. La satisfacción es máxima cuando este ‘artesano’ ha concluido su labor. «Es un trabajo que, más allá de ser un recurso económico, me satisface enormemente. Me emociona acudir a los desfiles procesionales y ver que he tenido la oportunidad de elaborar la gran mayoría de los cucuruchos. Ese sentimiento me permite seguir un año más en esta tarea, de la que también forman parte mis hijos. Es un orgullo que ellos continúen con esta tradición tan bonita», explica.
La Semana Santa de Francisco Javier comienza en febrero, cuando adquiere los diferentes materiales y atiende los diferentes pedidos que le encargan. 
Con la ilusión de un principiante, Javier diseña con mimo todos los modelos. Los más demandados, como indica, son los de cartón, aunque los de plástico están ganando terreno últimamente, al igual que los de goma de caucho, que proceden de Andalucía y son más caros. 
«La tendencia está cambiando, pero todos aportan un toque estético y atractivo. Cada vez se venden más los de rejilla porque son más ligeros y aguantan mejor la lluvia. Son capirotes que pueden durar toda la vida si los cuidas un poco», asevera. 
Tras adquirirlos en los diferentes establecimientos de la ciudad, sólo queda lucirlos en las procesiones y vivir plenamente la Semana Santa de Cuenca, declarada de Interés Turístico Internacional.