Verano a todo color

Manu Reina
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Mantener una rutina y participar en infinidad de actividades, tanto al aire libre como bajo techo, permite a los mayores hacer frente a las altas temperaturas y tener un estío mucho más llevadero

Verano a todo color - Foto: Reyes Martínez

La alegría es lo último que se pierde, o al menos es lo que se intenta siempre. Incluso cuando las temperaturas se disparan y el calor hace mella. El termómetro sube, como en la residencia de mayores Amavir, pero también lo hace el ánimo. Con más de 140 residentes, entre quienes viven allí y quienes asisten al Centro de Día, el verano se convierte en una estación de reencuentros con la naturaleza, la creatividad y la alegría.

Mercedes Cuenca, directora del centro, subraya que su intención es que «el verano no se les haga largo ni aburrido» a ninguno de los residentes. Es por ello por lo que aprovechan el jardín «para hacer actividades al aire libre», aunque también disfrutan de excursiones. Sin ir más lejos, «el otro día fuimos al merendero de Jábaga y lo pasaron genial con su bocadillo y su zumo».

No se trata solo de diversión, sino también de bienestar. «Insistimos en que beban agua, se vistan con ropa ligera, aunque muchos son frioleros incluso en verano, y participen en actividades físicas adaptadas. Por ejemplo, celebraremos el Día del Gazpacho, con actividades al aire libre si el calor lo permite», cuenta Mercedes.

La animadora Encarni Broceño, parte esencial del día a día, aporta entusiasmo y creatividad. «Hacemos gymkanas, bingo todos los martes, que les encanta, dibujo diario y gimnasia», detalla. Además, «celebramos días especiales como el Día Mundial del Emoji, en el que hicimos abanicos con caritas sonrientes». La próxima semana, el 26 de julio, «tenemos el Día Mundial de los Abuelos».

Los residentes responden con ilusión. Pilar Sierra, natural de Ledaña, que acude al centro de día, remarca que a ella le gusta «todo, porque me lo paso muy bien». En estas fechas, «hago muchas actividades y luego por la tarde me voy a casa con mis hijas», asegura. Por su parte, Claudio Lozano, madrileño de nacimiento y autodidacta por vocación, es otro ejemplo de vitalidad. «Yo aquí estoy mejor imposible», subraya. Comenta que le gusta «escribir y hacer matemáticas», de hecho, «todos los días bajo a hacer mis cuentas».

En Amavir, cada día es una oportunidad para disfrutar. Y es que, como insiste la directora, «para nosotros lo más importante es ver a los mayores felices». Y así, entre sonrisas y cuadernos llenos de letras y números, un sinfín de actividades tanto en el patio como bajo techo, el verano se convierte en una fiesta de vida para quienes más experiencia tienen.