Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Uno di noi

06/07/2023

Hay una frase apócrifa que, según las ganas que tenga uno de demostrar una mayor o menor cultura, solemos atribuir a Aristóteles o a Platón. Manida ya por el uso, apropiado o no, viene a decir que los jóvenes de hoy (de entonces) no respetan a los mayores, están siempre de mal humor, no tienen educación y carecen de toda moral.

Precisamente suele ser recurrente que cuando uno cambia el chocolate con churros en la churrería de la Plaza en la madrugada del día de Año Nuevo por el familiar visionado de los múltiples programas recopilatorios (modo Santiago Segura on), se empiecen a dar lecciones sobre lo que deberían o no hacer los irresponsables jóvenes (como si uno nunca hubiera pasado por esa edad) sentando cátedra sobre el comportamiento correcto de aquellos que tienen todo el tiempo del mundo para equivocarse, acertar, probar, amar, discutir...vivir en definitiva.

Es curioso que desde que el mundo es mundo, hemos puesto en el centro de la diana de nuestras críticas sociofamiliares a aquellos que tienen la enfermedad de la juventud ignorando que, aunque los síntomas puedan durar más o menos, esta tristemente es pasajera. Pero, aunque haya, a grandes rasgos, jóvenes cuyo paso por la sociedad es cuando menos indiferente, la juventud es generosa, impetuosa, comprometida... al menos la conquense en especial y la nazarena en particular.

Puede que alguien piense que no soy objetivo. Cierto, pero lo vivido el pasado fin de semana en el campo de fútbol Joaquín Caparrós (al que le podían dar una vuelta en condiciones, por cierto) durante la celebración del VII Torneo Nazareno Solidario me hace sentir especialmente orgulloso de estos nazarenos que durante día y medio han cambiado la seriedad del desfile silente por la algarabía del encuentro con amigos y hermanos, la túnica por la camiseta, el zapato negro por la bota de multitacos. Y todo por una buena causa, recaudar dinero para aquellos que más lo necesitan aportando una cuota de inscripción (además de las diferentes rifas) para llegar a la nada desdeñable cifra de casi cuatro mil euros a repartir entre diversas asociaciones y entidades benéficas. 

Hasta 19 equipos de otras tantas hermandades que han desafiado el calor reinante, convirtiendo la popular Bene en la fiesta de la solidaridad, del encuentro, de la Hermandad, sí, con mayúsculas. Han sido ellos, los jóvenes, los que saliéndose del rigor de la gestión diaria han sabido demostrar el grado de compromiso que estos nazarenos de la más novedosa generación tienen con la sociedad y con sus hermandades. Daba igual el resultado (por supuesto, aunque alguno pensara que aquello era la final de la Champions), daba lo mismo con qué hermandad jugabas, lo importante, aquello a lo que no se debe renunciar, era la maravilla de ver un campo lleno de nuestros colores nazarenos, repletos de amigos que han compartido risas, alegría, abrazos, sudor, cerveza... hermanos que en primavera son banceros, consiliarios (sí, alguno jugó también), portaestandartes  y que el pasado fin de semana demostraron de qué pasta está hecho uno de los nuestros.