Julián Grimaldos nos presenta una obra que abarca la historia de su pueblo, un pueblo pequeño, que quizá carece de personalidades destacadas, que ha vivido calladamente el transcurrir de los siglos y que, por sus características, es uno más de los muchos pueblos casi olvidados que, eso sí, se distinguen por la grandeza de sus gentes sencillas, laboriosas y amantes de su tierra. El autor se acerca a la vida de su pueblo desde una perspectiva que podríamos calificar de totalizadora, en el sentido de que pretende dar una visión completa de todas las facetas de la vida del pueblo en su conjunto: historia, geografía, economía, tradiciones, folclore, lengua…
El libro se abre con cuatro citas que, de algún modo, marcan el tono general en el que se va a situar la obra; la primera es de Ovidio y dice así: «Ignoro qué encanto tiene el suelo donde uno nace que a todos nos cautiva e impide que nunca lo olvidemos»; siguen luego unas palabras de Gaspar Melchor de Jovellanos, una cita de Paustovski y, finalmente, una breve referencia de Raúl del Pozo según la cual la patria de un escritor es su infancia y el lugar donde nació. Julián Grimaldos nos habla en su libro de la historia de una antigua villa de la Corona de Castilla. La obra se organiza en diez capítulos, precedidos de una breve introducción en la que el autor hace referencia a la carencia de fuentes documentales; al ser Tresjuncos un pueblo que, a lo largo de la historia, no ha pertenecido a instituciones o entidades jurídico-territoriales como el Priorato de Uclés o la Orden de Santiago, por ejemplo, con una historia profusamente documentada, resulta muy difícil encontrar testimonios escritos que nos aproximen a su realidad. Los exiguos restos romanos y su pertenencia al Marquesado de Villena se nos aparecen como los datos más relevantes de su historia.
Se podría pensar que un estudio histórico-geográfico sobre un municipio concreto tiene mucho interés para sus habitantes, pero carece de relieve para los especialistas. Es posible que así sea, pero la historia de los países está hecha, en realidad, del devenir diario de sus pueblos y ciudades. A lo largo de los siglos, se ha considerado verdaderos protagonistas de la Historia a los grandes personajes que han marcado hitos o han dejado una huella imborrable y reconocible por las sucesivas generaciones, pero rara vez se ha valorado en su justa medida a aquellas otras personas que han vivido calladamente y que, con su esfuerzo y su trabajo, se han erigido en verdaderos artífices del desarrollo y progreso de los pueblos.
El rigor con el que Julián Grimaldos afronta su trabajo y el aparato de notas que éste incluye engrandecen su aportación al conocimiento de Tresjuncos. Si a ello le añadimos la bibliografía que el libro contiene y el excelente aporte gráfico, en el que hay numerosas imágenes de diversos fotógrafos, podemos concluir que nos encontramos ante un trabajo riguroso, serio y enormemente atractivo.
Llega el momento de los lectores, es decir, de aquellos a quienes en realidad está dirigida la obra. Quienes se acerquen a ella encontrarán en sus páginas el recuerdo vivo de unas imágenes que parecían perdidas para siempre pero que, afortunadamente, han sido recuperadas por el autor para conocimiento y disfrute de todos; La lectura de sus páginas será estimulante para cuantos sientan alguna curiosidad por nuestro pasado y deseen mantener viva la memoria, siempre en lucha con el paso del tiempo. Porque Julián Grimaldos ha hecho un libro en el que ha elaborado también la crónica de un tiempo y de una realidad muy precisos, contribuyendo con ello a la recuperación de una memoria colectiva que, sin trabajos como el suyo, estaría irremisiblemente condenada a perderse.