¡Que viva San Mateo!

Manu Reina
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Conquenses y turistas conviven en un ambiente inmejorable durante las jornadas mateas con todas las miradas pendientes en la suelta de vaquillas enmaromadas por la Plaza Mayor.

¡Que viva San Mateo! - Foto: Reyes Martínez

San Mateo es una festividad única que concede la oportunidad de disfrutar a lo grande. Días de colorido, jolgorio y diversión. Unos deciden salir a correr la vaquilla enmaromada, mientras que otros se reguardan detrás de la barrera. Otros, optan por no parar de bailar en su peña o en otras, porque toda persona es siempre bienvenida. La música y la zurra no pueden faltar en un Casco Antiguo que se engalana para la ocasión, que incluso anima a seguir los pasodobles en los arcos del Ayuntamiento. Sin olvidar que los más pequeños tienen su hueco con la celebración de San Mateo Infantil en Plaza de Mangana. Basta con subir hasta para sentir la festividad en primera persona y comprobar en qué consiste.

No obstante, no todos viven igual o en la misma situación esta fiesta. Hay figuras indispensables que forman parte de la idiosincrasia de la misma. Por ejemplo, la figura del maromero no puede faltar nunca. Miguel Ángel Navarro, uno de los miembros de este selecto grupo, incide en que «nuestra labor es fundamental para controlar la dirección de la vaquilla enmaromada y para minimizar los riesgos de cornadas o incidentes». Este joven reconoce que «es un sueño» poder llevar la camiseta de maromero, y ser uno más. De hecho, «siempre espero con mucha ilusión que llegue San Mateo». Cuando se pone manos a la obra, mantiene la concentración, «porque tenemos que estar muy atentos con todo». No obstante, todos los corredores nunca deben olvidar que «hay que tener mucho cuidado porque no es ningún juego». 

Precisamente, otro de los agentes que sale a la palestra es el corredor. David Lucas es uno de ellos. Cada vez quedan menos, pero siguen aguantando las continuas carreras. Este conquense incide en que lleva «muchos años» corriendo la vaquilla enmaromado y reconoce, pese a su largo historial, «que hay nervios en la primera, pero luego vas cogiendo confianza, poco a poco». No es «ningún juego y hay que tener mucho cuidado». Cuando se pone delante del animal, sabe muy bien que «hay que tratarla con mucho respeto». Como se trata de una acción que implica un desgaste físico, «es primordial llevar un buen calzado y una ropa idónea para poder correr». Este corredor, junto a otros como Carlos Peñuelas, ayuda también a los maromeros a dirigir la vaquilla por todos los rincones de la Plaza Mayor.

Barrera. Pero no solo se trata de cruzar la barrera, ya que estas fiestas también permiten vivirla desde fuera. No hace falta correr. David De Las Heras explica que «me gusta mucho ver la vaquilla enmaromada» y subraya que «San Mateo es, sin duda, la mejor fiesta de Cuenca». Al ser consciente de ello, «me cojo vacaciones toda la semana para vivirla bien y disfrutar de estos maravillosos días». Lo hace como un peñista más de Entoavía, porque «estar en una peña bien organizada es una ventaja para pasarlo muy bien durante estos días».

Estos cuatro días, marcados en rojo en el mes de septiembre, no solo encandilan a los conquenses, que llevan forjado a fuego esta festividad, sino que también a turistas. Un ejemplo de ello es Pablo García, natural de Lanzarote. Hace años que vivió aquí y, desde que pisó Cuenca, «me enamoré». Por lo que no hay mejor solución que «volver siempre que puedo, especialmente durante San Mateo». De hecho, ya lleva varios años acudiendo a la capital en estas fechas. E incluso, «me pido vacaciones en esta semana para venir porque el ambiente es acogedor, maravilloso y prácticamente inmejorable». 

Pero no solo se trata de diversión. Hay quienes ejercen una labor encomiable para que el resto de las personas disfruten. Julio Perdido es uno de los históricos de este acontecimiento. Lleva desde 1980 lanzando los cohetes que indican el inicio de la suelta de vaquillas enmaromadas. Han pasado más de cuatro décadas, pero «lo vivo siempre como si fuera el primer año». Es su «gran pasión». Cada año «espero con muchas ganas e ilusión estas fechas porque significan mucho para mí». No tiene muchos secretos su ejercicio desde el balcón, aunque recalca que «hay que saber y tener cuidado porque tienes que tirar bien los cohetes». 

En la misma situación se encuentra Antonio Martínez, coordinador de seguridad de San Mateo. Este profesional detalla que «tenemos que tener todo controlado para minimizar los riesgos y mantener siempre la seguridad». Junto a él, trabajan trece personas más para «controlar que nadie se suba a las barreras, se mantengan los espacios y que todo transcurra con normalidad». No obstante, Antonio recuerda que es «también labor de todos que salga todo bien, ya que tenemos que actuar con civismo y respetar las normas, así como a todos los agentes de seguridad que nos encontramos aquí». Pero no solo a ellos, sino a cualquier profesional.

Por suerte, la lluvia apenas está haciendo acto de presencia, al menos durante las jornadas de suelta de vaquillas, pese a que las probabilidades, con un elevado porcentaje, así avisaban. Hasta la fecha se ha alcanzado el ecuador de las fiestas y los deseos de todos son que las otras dos jornadas que restan se desarrollen con normalidad. San Mateo vuelve a vibrar con fuerzas. Conquenses y turistas disfrutan de estas citas célebres y el ambiente es difícil de mejorar.