La fe, el fervor y la devoción parecen haber sido suficientes para afrontar una procesión del Silencio, que a priori se prometía bastante difícil, por no decir imposible, a tenor de las constantes lloviznas que sembraban la incertidumbre entre nazarenos y espectadores, incluso, desde los prolegómenos de este Miércoles Santo.
Un desfile no exento de sobresaltos y de miradas al cielo que han sido la constante que ha marcado una tarde-noche de capuces blancos, con la consabida excepción de los hermanos del San Pedro, y que finalmente ha llenado los corazones de cuantos han podido participar en ella, tanto desde dentro como desde las aceras y balcones de su recorrido.
La verdad es que las previsiones meteorológicas no lo ponían nada fácil y, de hecho, minutos antes de las siete de la tarde, hora de salida del cortejo desde la iglesia de San Esteban Protomártir, las primeras gotas intermitentes hacían presagiar lo peor.
El Silencio vence a la lluvia y se adueña del Miércoles Santo - Foto: Elena AbarcaAun así, las hermandades de Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban) y del Prendimiento no dudaron en realizar un acto de fe y decidir salir en procesión.
Cuando apenas faltaban dos minutos para las siete de la tarde, el guion de la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto, que este año estrenaba cordón, hacía acto de presencia ante el numeroso público congregado en la Plaza de la Hispanidad, que plasmaba las muchas ganas de Semana Santa, a pesar de los malos presagios meteorológicos.
Todo ello acompañado de los compases de la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías, que iban anunciando que la procesión del Silencio no se había rendido a las nefastas previsiones del tiempo.
El Silencio vence a la lluvia y se adueña del Miércoles SantoDiez minutos después, el himno nacional, a cargo de la Asociación Musical 'La Concepción' de Horcajo de Santiago, daba paso a la salida de la imagen del Beso de Judas, que este año conmemora su 120 aniversario; efeméride que ha sido más que visible en los brazaletes de muchos de sus hermanos.
Una hora y cuarto después, ya en la Plaza de El Salvador, una vez ambos pasos ya emprendían su subida hacia la Plaza Mayor, la imagen de la Amargura con San Juan Apóstol se incorporaba al cortejo, bajo la interpretación del himno nacional por la Agrupación Musical 'San Clemente de la Mancha', mientras sus hermanos doblaban filas, al tiempo que miraban al cielo con el temor a que lo que en ese momento eran simples gotas, se convirtieran en un auténtico aguacero.
Numeroso público ha querido arropar a esta procesión, que como otras muchas, no pudieron salir el pasado año.
De esta manera, las tres hermandades han enfilado su particular camino hacia la parte alta de la ciudad, donde le esperaban cientos y cientos de personas que parecían no temer a las inclemencias del tiempo y abarrotaban la Plaza Mayor.
La cabecera del cortejo, con la Oración del Huerto al frente, cruzaba los arcos del Ayuntamiento cinco minutos antes de las nueve de la noche. Las luces de las tulipas comenzaban a mostrar el camino, mientras la noche se adueñaba de este inusual e incierto Miércoles Santo.
Sin que transcurriera mucho tiempo, en torno a las nueve y cuarto de la noche, la lluvia regresaba, coincidiendo con la entrada en la Plaza Mayor del paso del Beso de Judas.
Los paraguas empezaban a inundar el emblemático emplazamiento del Casco Antiguo, mientras los plásticos, en un primer momento, comenzaban a cubrir los enseres de la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol, entre ellos los dos cetros de plata que estrenaban, y que, a continuación, han terminado por cubrir al paso en cuestión para protegerlo de la lluvia que comenzaba a arreciar.
A esas alturas de la noche, la incertidumbre meteorológica alcanzaba su máximo apogeo con una lluvia que hacía temer lo peor. Las hermandades del Silencio, reunidas en la Catedral, dilucidaban qué hacer, si seguir o, por el contrario, ceder a las presiones del tiempo.
Al final, todos de acuerdo. Había que seguir. De tal manera, que a las diez y media de la noche la Santa Cena ha salido de la Catedral y ha emprendido la bajada, a la que le han seguido las imágenes del Huerto de San Esteban y el Beso de Judas.
Entre tanto, cuando faltaba un cuarto de hora para las once de la noche, la Venerable Hermandad Religioso-Benéfica de Excombatientes de San Pedro Apóstol, al ritmo de la Asociación Musical Moteña, ha emprendido su descenso por la calle de San Pedro, seguida de las imágenes de la Negación de San Pedro y el Ecce-Homo de San Miguel para incorporarse al desfile del Silencio, que, como es tradición, ha cerrado el paso de la Amargura con San Juan Apóstol.
Las lloviznas no han dejado de marcar el recorrido, hasta el punto de que a la altura de San Felipe Neri la imagen de la Virgen y San Juan ha tenido que volver a cubrirse de plásticos hasta el final del recorrido, aunque no han sido suficientes para minar la ilusión y devoción de los miles de nazarenos que no han dudado en continuar con el desfile, siempre acompañados de numeroso público que ha ido jalonando todo el recorrido.
Cuando se han cumplido las dos menos veinte de la madrugada, la imagen del San Pedro ya encaraba su llegada a la parroquia de San Esteban Protomártir, donde no ha faltado, como despedida, esa saeta, tan esperada tanto por hermanos como por asistentes, y que ha supuesto un espaldarazo para los pasos de San Juan y la Virgen y el Santísimo Ecce-Homo de San Miguel en su armonioso caminar hacia las iglesias de El Salvador y San Andrés, respectivamente, donde han dado por terminada su penitencia en esta noche del Silencio, a la que no ha podido vencer la lluvia y el frío.