Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


El mentalista

08/07/2022

El séptimo arte posee una potencia creativa que la televisión no llega a rozar, igual que un buen libro supera a una buena película. Pero hay que ser imbécil para ignorar el impacto que la televisión y en especial las series tienen en millones de personas. Basta con ver House, Perdidos, Elementary o la icónica producción española La casa de papel para que uno se pregunte qué infancia o tara psicológica sufrieron los guionistas. En el caso de Mad Men, la productora consiguió que el tema fuese solucionado de manera discreta aunque es obvio que había gente con serios problemas en la misma y Harvey Weinstein no fue el más perverso del sector.

Sea en el formato de 8, 10, 13 o 22 capítulos, la realidad es que los protagonistas y en concreto, sus historias nos hacen reflexionar sobre nuestras vidas. No dice mucho de la audiencia que el número de intentos de suicidios se incrementase en Estados Unidos tras un capítulo de Urgencias al respecto, aunque supongo que a George Clooney se le escapó la sutileza.

Tampoco hay que ignorar que demasiada gente obvió que pese a la magnífica interpretación de Anthony Hopkins en El silencio de los corderos, era un despiadado psicópata. ¡No tenía ni siquiera el código de Dexter! En el arte se tiende a pensar que el Mal es creativo y que los principios morales son un estorbo. Incluso habrá despistados que piensen que el código Hays dañó a la industria del cine norteamericano, cuando durante su aplicación dio como resultado muchas obras maestras. Las cosas son más complejas.

Cuando uno visiona la serie El mentalista se hace varias preguntas. ¿Es la inteligencia más importante que la caridad? ¿el resultado está por encima de la justicia?

Cada temporada que pasa el protagonista se hace más insufrible y comprendes por qué los criminales, en especial sus familiares preferirían que le atravesase un rayo. Salvo que te hayan aplicado una lobotomía, no se entiende el respeto de sus jefes. En cada capítulo vemos cómo otro hito moral cae, porque él es tan inteligente que escribe su propio discurso ético.

El resumen es que la ley, el respeto a la verdad o la caridad, son molestias en la búsqueda de la justicia. Es justamente lo contrario. Los atajos provocan injusticias y arbitrariedad pero me temo que los espectadores no lo vean. Lisbon es la heroína de la serie. La inteligencia sin compasión es prepotencia.