La «terrible» perfección vocal de Antonio Tomás se impuso esta semana a la candidez de Ruth Jové en la batalla librada en La Voz como miembro del equipo de Antonio Orozco. El meseño habla con La Tribuna de Cuenca sobre cómo está siendo su paso por el programa de televisión y sus aspiraciones dentro del mundo de la música.
¿Cómo está resultando la experiencia como concursante de La Voz?
La experiencia está siendo increíble. Estoy como en una nube porque no me creo todo lo que me está pasando. Me siento feliz y contento porque, para un cantante, poder mostrar su música al público es lo más grande, y a mí me ha llegado el momento. Uno de los momentos más felices de mi vida, sin duda.
No es la primera vez que se presenta a un concurso de televisión.
No, me he presentado a muchos castings. De hecho, en el caso de La Voz era la tercera vez que lo hacía. La primera envié el video y pasé a la fase presencial, donde me descartaron. La segunda, sólo llegué a mandar el vídeo; y en esta tercera, por fin me han seleccionado. Cuando te presentas a muchos castings llegas a perder la esperanza porque nunca te llaman. Pero, como dicen en mi tierra, nunca se sabe dónde va a saltar la liebre.
¿Cree que los programas de televisión son una buena vía para darse a conocer dentro del mundo de la música?
Por mucho que se quiera decir, creo que para cualquier cantante es bueno exponerse en un escaparate como es un programa de televisión como La Voz. Un cantante tiene que darse a conocer a través de su música y este programa te permite hacerlo. Te puede impulsar muy arriba, y la clave está en saber mantenerte tras el paso por el mismo. Para mí es el mayor escaparate en el que me he expuesto de momento, y se está notando en el apoyo de la gente a través de las redes sociales.
¿A qué aspira en el mundo de la música?
Aspiro a poder seguir trabajando de la música y poderme subir a un escenario cada día. Gracias a Dios, actualmente me puedo dedicar a ello a través de los musicales en los que trabajo -Toy Story, en el papel de Buddy, y ABBA-, pero no cabe duda de que la televisión te da una proyección mayor que la del teatro porque te ven millones de personas.
¿Se ve con opciones de ganar el concurso?
Al principio tenía un poco más de dudas porque había gente muy profesional y con una gran capacidad. Luego he visto que poco a poco he ido pasando las diferentes fases del concurso: primeros las audiciones, luego las batallas,... y ahora tenemos que ver qué pasa con los asaltos. Está muy complicado, pero nunca se puede perder la esperanza porque es importante estar motivado para dar lo mejor de sí mismo.
Si no gana el programa, ¿qué camino tomará en el mundo de la música?
Seguiré luchando para conseguir mi meta porque en esta vida me han enseñado a trabajar para lograr los sueños. Me seguiré formando para alcanzar nuevos retos y poder vivir de la canción, que es lo único a lo que aspiro. No quiero hacerme hipermegafamoso ni ganar mucho dinero, sólo trabajar en la música y sobrevivir de ella.
¿Le molesta las comparaciones con David Bisbal?
Llega un momento en el que te acostumbras. No me molesta para nada porque, para mí, David Bisbal es una estrella, uno de los mejores cantantes del momento. Además, también surgió de un programa de televisión y gracias a su capacidad ha conseguido ser conocido en todo el mundo.
¿Qué está aprendiendo de su coach, Antonio Orozco?
Estoy aprendiendo que siendo una persona archiconocida como es él, se puede ser cercano y humilde. Como coach se preocupa mucho por los cantantes que tiene en su equipo. Te trata de una forma muy próxima que te hace sentir cómodo con él. Y eso es muy importante porque cuando cantas no te cohíbes, como puede pasar con otros coaches. Para mí es un gran descubrimiento porque no lo conocía en lo personal y me he llevado un sorpresón.
¿Qué es lo que te resulta más duro de las batallas?
El momento en el que los coaches deliberan sobre lo que les ha parecido nuestra actuación y empiezan a enumerar lo positivo y negativo de cada concursante. En ese momento no sabes por quién se van a decantar y lo pasas verdaderamente mal.