Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Sota de palos, sota de flores

16/06/2023

Y a no huele a tabaco en los bares de Cuenca a la hora de la partida, pero huele el tapete, huele la barra, huele hasta el amarraco. Y huele la baraja, la de 40, la española de estilo castellano, no vale otra, no en esta ciudad. Hasta mañana.

Mañana, si me aceptan lo figurado, se reparte la nueva baraja conquense, con sólo 25 cartas de partida y que por cambiar, cambia hasta los palos. Ni oros, ni copas, ni espadas, ni bastos; porque no habrá comerciantes, ni clero, no hay nobleza, no habrá siervos.

Sí habrá un palo ausente que no pintará nunca, con dos naipes que auguran pocas jugadas, que no irá ni al arrastre, que, si acaso, hará bulto, cobrará dietas, negará con la cabeza y poco más. Llámale Vox.

Otro palo, más vistoso y con nueve de salida, dará batalla aún sin as, no por no tenerlo, sino porque se muda en breve a jugar a otro tapete. Tiene sotas, caballos y reyes de sobra si quiere dar juego. Ponle PP.

Hay, además, dos comodines, los de Cuenca en Marcha, que, depende de cómo venga la mano, valdrán mucho o valdrán más todavía, sea para construir o para evitar que se construya. Que podrán cambiar la dirección del juego e, incluso, decidir quién reparte la próxima jugada.

Y emerge otro más por encima del resto, híbrido, mixto, de dos colores y que mandará en la mesa. El de PSOE y Cuenca nos Une, el de Darío y el de Isidoro. «Saldrá con flores o saldrá con palos, pero lo haremos juntos y los dos nos llevaremos los palos o las flores», ha dicho el segundo.

La partida pintará en uno, pintará en otro o pintará en los dos, y ni siquiera lo decidirán ellos porque aún no saben ni siquiera si serán complementarios o volverán a romper la baraja.

Pintará en flores al llegar a acuerdos, cuando el de enfrente también sonría, si les abren la puerta provincial o regional por ser de la misma familia o si les adornan la mesa con las autovías prometidas. Florido será cuando vengan –si vienen– empresas a la ciudad o si consiguen, por fin, un transporte urbano eficiente y tan imposible como deseado. Pero serán flores si los comodines quieren.

Y en palos pintará si se vuelven a partir en dos, si se dejan de sonreír, si la ciudad no arranca. Si alguno de los dos golpea la mesa y hace saltar los amarracos. O si la cicatriz del tren abre su herida con un cambio de gobierno estatal en verano que desbarate el plan capital de la ciudad. Y palos serán si los comodines quieren, como ya han dicho que querrán si esa herida no vuelve a sangrar para ver pasar de nuevo una locomotora cosiendo torpemente la provincia.