Los villancicos del optense Fray Ambrosio Montesino

Óscar Martínez Pérez
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Los villancicos del optense Fray Ambrosio Montesino

Larga es la lista de poetas y escritores conquenses y enconquensados que han elaborado cultos o populares villancicos navideños, desde el gran Federico Muelas pasando por Julio Arturo, Miguel Valdivieso, Acacia Uceta, Florencio Martínez Ruiz o Simón Guadalajara…

Pero debemos remontarnos al siglo XV, que es cuando nace en Huete el que sería fraile franciscano, confesor, poeta y 'villanciquero' favorito de la reina Isabel la Católica y obispo de Cerdeña, Fray Ambrosio Montesino, cuyas poesías fueron recopiladas en su Cancionero de diversas obras de nuevo trobadas, en 1508. Su obra lírica exhaló siempre un profundo sentimiento religioso y a la vez popular a través de romances, coplas y villancicos. 

Los villancicos (el nombre procede de 'Villa' y sus habitantes, los villanos, que cantaban en las fiestas navideñas) que compusiera el fraile optense siempre estuvieron dedicados a Jesucristo, a la virgen María y a los apóstoles, haciendo que sus textos se acompañasen siempre con músicas populares o profanas y reconocidas por el pueblo, como las melodías Aquel pastorcico, madre, ¡O castillo de Montanges!, La zorrilla con el gallo, A la puerta está Pelayo, Montaña hermosa y ¿Quién os ha mal enojado?

Fray Ambrosio escribió dos coplas o villancicos netamente navideños: Coplas del nacimiento, encargada por la Marquesa de Moya y Coplas muy devotas a reverencia del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, escrita para el provincial de la orden franciscana Fray Juan de Tolosa.

La noche santa (cancionero). No la debemos dormir la noche santa, /no la debemos dormir. /La Virgen a solas piensa /que hará /cuando al Rey de luz inmensa parirá. /si de su divina esencia temblará /o qué le podrá decir…

No la debemos dormir la noche santa, /no la debemos dormir, /no la debemos dormir /¿Qué pensamientos te rigen a tal hora, /No menguada santa Virgen mi señora?. /Gloria son que no te afligen causadora /de Dios en carne venir.

No la debemos dormir la noche santa. /No la debemos dormir. /no la debemos dormir. /Cuando la parió la virgen [dama] singular /No le [se] puso en blanda cama a reposar [a regalar] /más con pura [toda] fe se inflama en adorar /al hijo que fue a parir [al que pudo tal parir]

No la debemos dormir la noche santa. /No la debemos dormir, /no la debemos dormir.

Coplas al destierro de Nuestro señor para Egipto. Desterrado parte el Niño, / y llora. /Díjole su Madre así, /y llora;  /callad, mi Señor, agora. Oíd llantos de amargura, /pobreza, temor, tristura, /aguas, vientos, noche escura, /con que va Nuestra Señora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

El destierro que sofrís /es la llave con que abrís /al mundo, que redimís, /la ciudad en que Dios mora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

No puede quedar en esto, /morirés, y no tan presto; /mas la cruz do serás puesto /me traspasa desde agora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Callad vos, mi luz e aviso, /pues que vuestro Padre quiso /que seáis del paraíso /flor que nunca se desflora, /y llora; /callad, mi Señor, agora,

Esas lágrimas corrientes /que lloráis, tan excelentes, /son baptismo de las gentes, /que su partido mejora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

¡Oh gran Rey de mis entrañas, /cómo vais por las montañas, /huyendo a tierras extrañas /de la mano matadora! /Y llora; /callad, mi Señor, agora.

Este frío no os fatigue, /ni Herodes, que os persigue, /por el gran bien que se sigue /d'esta vida penadora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Por la ira herodiana /que sofrís, Hijo, de gana, /dais la gloria soberana /al que tal destierro adora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Vos tomáis este viaje /por guardar el homenaje /que hecisteis al linaje /de la gente pecadora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Con su Hijo va huyendo, /ya cansado, ya temiendo, /ya temblando, ya corriendo /tras la fe, su guiadora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Llora el Niño del hostigo, /del agua y del desabrigo /con la Madre, que es testigo, /nuestra luz alumbradora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

¡Oh cuáles van caminando, /temiendo y atrás mirando /si los iba ya alcanzando /la gente perseguidora!, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

A la virgen sin mancilla /la verde palma se humilla, /en señal de maravilla, /que es del cielo emperadora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

Estando el Niño en sus brazos, /fajadillo de retazos, /se hicieron mil pedazos /los ídolos a deshora, /y llora; /callad, mi Señor, agora.

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