Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Siete pecados, una capital

21/07/2023

Siempre que tengo la oportunidad de traer a mi ciudad a alguien que nunca la ha pisado me llevo la misma sensación, la de poseer algo inmenso, maravilloso, el privilegio de decir que soy de Cuenca. Diré que no fui consciente de la belleza de la tierra en la que germiné hasta que no empecé a ver desfilar por ella a todos los buenos amigos que traje de visita en mi madurez y que no conocían Cuenca más allá de los chascarrillos de las 'Casas Colgantes'. Saben de lo que hablo.

Mi compañera de vida, santanderina ella, no pestañea cuando viene a Cuenca, ciudad que no conoció hasta que la traje a punta de pistola. No se ha bajado todavía del primer 'stendhalazo', ella que creció paseando la maravillosa bahía desde la que se atisban las montañas pasiegas cuando hace bueno.

Esta misma semana, completando un incómodo trasbordo de metro en la estación de Alonso Martínez del Metro de Madrid, me topé con una publicidad que invitaba a visitar Cuenca. Cartel imponente, con el balcón de las Casas Colgadas de protagonista. Pese al (leve) impulso de la Capitalidad Gastronómica, que lo está siendo de 'la puntita nada más', la estadística de afluencia de turistas en Cuenca caerá al cierre del primer semestre aunque el contexto era propicio para seguir creciendo. Algo no termina de funcionar.

Con el cierre de las fronteras a nivel nacional en el verano del COVID se hicieron bien los deberes. Sin turismo internacional que ejercer ni que recibir, Cuenca supo aprovechar su posición geográfica junto a dos grandes focos emisores como núcleo bien conectado a derecha e izquierda, a este y a oeste. Pero nos estancamos. La receta ha de pasar por apoyarse en la maravillosa provincia que nos rodea y no vender sólo el agujero del donut que supone la capital. De nosotros depende dejar de ser un destino de escapada de 'tik toker' que se quede en pasear las rondas, gastar una cena, cruzar el puente, visitar la Catedral o dejarse caer por el Paleontológico para ver a Pepito.

Que vengan los pecadores, pero que pequen en toda la provincia. Si quieren soberbia, que vayan a ver la que destila el Castillo de Belmonte reinando desde el cerro de San Cristóbal. Si quieren ira, que contraten aventura y conquisten la roca caliza de las hoces a golpe de mosquetón. Si quieren pereza, que se tumben a ver las estrellas en Tragacete, que no querrán levantarse. Si quieren gula, que suban a la Huerta del Marquesado a ver qué dan de comer Olga y Álex en Fuentelgato. Si quieren envidia, que se vayan de Cuenca sabiendo que ésta no es su tierra, que es nuestra, pero que pueden volver. Si quieren avaricia, que tengan motivos para volver, que quieran más y más. Y si quieren lujuria, la que puedan. Pero mirando siempre hacia el mismo lugar.