«Sánchez ha traicionado la Constitución, basándose en engaños»

Javier del Castillo
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Nació en Bujalaro (Guadalajara) y pasó su adolescencia en Durango (Vizcaya). Militó en el PCE, luchó contra la dictadura y es autor de más de 40 libros. La novela 'El Juglar' es su último éxito literario

Pérez Henares es hijo de labradores y cuenta que en la planta baja de casa estaban las mulas y los cerdos. - Foto: Juan Lázaro

Asoma la cabeza por entre dos torres de libros, dejando ocultos los pies entre un número indeterminado de ejemplares de novelas, propias y ajenas, amontonadas debajo de la mesa del despacho. El periodista y escritor (70 años), celebra los primeros pasos de su última criatura literaria – 'El Juglar', editada por HarperCollins –, entre recuerdos, pero con la mirada puesta en los afanes de cada día. La ficción convive con la realidad. Son muchos años de lucha, como para evadirse ahora de la situación que atraviesa España.

Acaba de pasear a 'Thorin' por la urbanización del Norte de Madrid donde reside, en una mañana primaveral, lejos del ruido de los nuevos escándalos y corruptelas que acaparan las portadas de los periódicos. En su lugar de trabajo predominan los libros – propios y ajenos - y recuerdos inolvidables de distinta procedencia. Antonio Pérez Henares –Chani, para los que le conocemos más de cerca– apura los últimos compases de la promoción de su última novela y trabaja ya en nuevos proyectos literarios, intentando desconectar un poco del periodismo que lleva en la sangre.

La experiencia vital y la trayectoria de Antonio Pérez Henares dan para escribir una novela de aventuras y varios manuales de resistencia. Con ocho años, tuvo que abandonar la escuela de Bujalaro, para descubrir con su familia – dos hermanas y su padres, Antonio y Agustina – la experiencia de la emigración en Durango. «Vivíamos de alquiler en la calle Convento, al lado del colegio de los jesuitas, donde yo estudié con una beca. Era un piso de dos habitaciones, con alguna gotera y derecho a cocina. La vida del emigrante era tremendamente dura, pero llegábamos curtidos y llorados del pueblo.  Recuerdo que cambié profundamente en esa etapa del País Vasco y me hice, claramente, antifranquista». 

A los 15 años Pérez Henares regresó con los suyos a Guadalajara capital – año 1968 –, y a los 17 comenzó a colaborar en el Diario Pueblo, mientras hacía la carrera de Políticas en Madrid. «Estudié Ciencias Políticas, después de terminar el Bachillerato en el Instituto Brianda de Mendoza, pero yo ya quería ser periodista». 

Antonio Pérez Henares, de niño, con sus padres y sus hermanas.Antonio Pérez Henares, de niño, con sus padres y sus hermanas.«Creé una revista en el Instituto y mi primer artículo, dedicado a Buero Vallejo, me lo censuraron»

¿Cómo era Guadalajara capital a finales de los 70? «Era muy provinciana, muy de los que eran de allí. Así que la lie parda enseguida. Domingo Cardero Prieto, periodista que había luchado con la División Azul, me perseguía. Llegó a pedir mi cabeza en el Ayuntamiento por ser comunista. Hay algo terrible, que la gente no sabe. Creé una revista que se llamaba 'La Palmera' en el Instituto y mi primer artículo, dedicado a Don Antonio Buero Vallejo, fue censurado. Cerraron la revista los mismos que unos años después babeaban entregándole premios y condecoraciones al dramaturgo. Después, un grupo de amigos montamos 'El Chamizo', donde nos reuníamos a escondidas. Aquello era un nido de rojos. Los otros, los del búnker, eran Cardero Prieto y Mauro José de Irizar, jefe de Fuerza Nueva y padre de Javier de Irízar, que luego sería alcalde socialista de Guadalajara».

Curiosamente, Pérez Henares encontró entonces el apoyo del delegado de los Sindicatos, Jesús Beladíez, falangista y lector incansable que le prestaba libros de Miguel Hernández y Antonio Machado. «Beladíez era un tipo fantástico. Cuando murió, fui a su entierro y la viuda tuvo que defenderme de los ultras. Les dijo: 'si alguien tiene derecho a estar aquí, ese es Chani. Ha sido buen amigo de mi marido y ha compartido con él más lecturas, ideas y conversaciones que con todos vosotros juntos'. Esas cosas pasaban en Guadalajara».

Aparte de su Guadalajara, entre sus lugares favoritos de la región destaca el Campo de Calatrava, Cuenca, Toledo o la sierra de AlcarazAparte de su Guadalajara, entre sus lugares favoritos de la región destaca el Campo de Calatrava, Cuenca, Toledo o la sierra de Alcaraz - Foto: Juan LazaroDespués de irse a la vendimia francesa a los 16 años, con la correspondiente autorización de su padre y un pasaporte fechado en 1970 que guarda en un cajón de su despacho, el periodista alcarreño echó mano de sus ahorros y se trasladó a vivir a Madrid. Durante el verano trabajaba en la fábrica de Vicasa (Azuqueca de Henares), donde estaba empleado su padre, y en invierno, si se quedaba sin liquidez, limpiaba cristales o descargaba camiones en el Mercado de Legazpi. 

Recuerda, con el viejo pasaporte en la mano, cómo intentaron convencerle en la vendimia de que se hiciera trotskista, y no lo consiguieron. Prefirió afiliarse al Partido Comunista de España. Entre sus actividades políticas de aquellos años, recuerda un concierto musical en la Plaza del Mercado de Guadalajara, en el que participaron Sabina, Alberto Pérez y Jorge Krahe, hermano mayor de Javier. «Fue en 1972 y reunimos a 2000 personas. En ese acto yo recité 'Vientos del pueblo me llevan', de Miguel Hernández, antes de que me condujeran a comisaría. En Guadalajara me detuvieron – afirma – en tres o cuatro ocasiones». La peor de todas fue en 1975, coincidiendo con los últimos fusilamientos de Franco. «Quince años después, me enteré que me había sacado de la cárcel Luis de Grandes, sobrino nieto del capitán general Muñoz Grandes. Ese era el entorno del franquismo en su fase final».

«Me sigo sintiendo de izquierdas y no tengo que avergonzarme de mi militancia en el PCE»

 En Guadalajara ha vivido momentos felices y también otros amargos, como la tragedia del incendio de los pinares de Guadalajara, en julio de 2005. «Cuatro amigos míos fallecieron en ese incendio y, de los once que formaban el retén, conocía a casi todos. Lo llevé fatal, porque olvidaron rápidamente a las víctimas. En el parque de La Concordia había un monumento dedicado a los voluntarios del Prestige y no lo había en homenaje a los muertos del incendio de la Riba de Saelices, hasta que lo puso después el alcalde Antonio Román. No se puede ser tan miserable».

La legalización del PCE le cogió, según sus palabras, de visita clandestina a viejos camaradas del partido en la Sierra Norte de Guadalajara. «Luego, lo que es la vida, nos llevamos un buen palo en las elecciones del 82. Ganó de forma abrumadora el PSOE, que no había hecho nada contra la dictadura». Para el periodista alcarreño, residente en Madrid desde mediados de los 70, Guadalajara siempre será su pueblo, su ciudad, aunque le duele que algunos camaradas de entonces le hayan retirado la palabra por sus críticas a la izquierda. 

«La izquierda de entonces – comenta - no era como la actual. Si alguien ha cambiado, han sido ellos. Yo sigo creyendo en lo que creía: en la reconciliación entre españoles, que pregonaba la doctrina del PCE. Por interés personal y por ambición política, Sánchez está volviendo a alimentar el odio entre los ciudadanos. Están destrozando nuestra sociedad y nuestros valores de convivencia y hermandad. Yo me sigo sintiendo una persona de izquierdas y no tengo que avergonzarme, para nada, de mi militancia en el PCE». 

A la vuelta de la mili, Pérez Henares se incorporó a 'Mundo Obrero', órgano oficial de comunicación del partido, como redactor jefe de cierre, y después Enrique Curiel se lo llevó de jefe de prensa al Grupo Parlamentario Comunista.

De la memoria de Antonio Pérez Henares jamás se borrarán los asesinatos y el entierro impresionante y multitudinario de los abogados laboralistas de Atocha. «En aquel atentado se salvó un buen amigo y paisano, Javier García Méndez. Bajó a tomar un vino con otros compañeros y en ese momento fue cuando subieron al despacho de abogados los asesinos. Una de las cosas que más me marcaron fueron aquellos sucesos de enero del 1977 y el intento de golpe de Estado de Tejero, en 1981, que me cogió en la tribuna de prensa del Congreso, junto a Enrique Curiel».

«Nunca he tenido ningún tipo de reconocimiento público en Guadalajara, ni lo he buscado»

Dejamos su militancia política a un lado y hablamos de sus dos grandes pasiones: el periodismo y la literatura. Antonio reconoce que empezó escribiendo poesía amorosa - «fundamentalmente, para ligar» -, pero que las musas le daban la espalda, aunque tampoco cree que esa circunstancia fuera la causa de algún plantón. Lo cierto es que se pasó a la prosa poética y a la narrativa.

Escribe historias y relatos que presenta a premios literarios a partir de 1982, compaginándolo con el periodismo. El éxito y el reconocimiento los comparte con nuevas responsabilidades profesionales en las revistas 'Tiempo', 'El Globo' y 'Tribuna de Actualidad', así como en la Cadena Ser, el diario La Razón y el grupo editorial Promecal. «A pesar de ello – afirma -, no he tenido nunca ningún tipo de reconocimiento público en Guadalajara; ni lo he buscado». 

Testigo directo de algunos de los acontecimientos destacados de nuestra historia reciente, a Pérez Henares le duelen los ataques a nuestro actual sistema democrático. «Sánchez quiere cargarse el sistema de libertades que nos dimos en 1978. Ha comprado el relato de los filoetarras y separatistas contra la Transición, la Constitución y contra España. Y lo paga con nuestras libertades, nuestros derechos y nuestra igualdad. Sánchez ha traicionado a su propio país y a la Constitución, basándose en la mentira y el engaño. Espero, con todas mis fuerzas, que un día acabe sentado en el banquillo». 

Al periodista alcarreño tampoco le cabe en la cabeza que se esté «adoctrinando a las nuevas generaciones en el odio a su propia nación». «Hoy se considera progresista odiar a tu país. Los más encendidos partidarios de la leyenda negra forman parte de la izquierda española actual. El PSOE, que fue parte de la vertebración de España, ha traicionado, absoluta y totalmente, su historia. Esto nos puede llevar a una hecatombe, que cada día veo más cerca».

«Yo no soy manchego, pero me siento maravillosamente bien en La Mancha»

Vehemente cuando tiene que defender aquello que le parece defendible, el autor de 'Nublares' -en su opinión, la novela que marca un antes y un después en su carrera como escritor-, 'La canción del bisonte' o 'Tierra de Álvar Fáñez', asegura que en el periodismo no se puede confundir la equidistancia con la ecuanimidad. «Si hay que decir que Sánchez es un mentiroso, desde la mañana a la noche, y que traiciona los principios de la Constitución y de su partido, vendiéndonos al separatismo y a los filoetarras, se dice. Es un hecho evidente y hay que denunciarlo. Eso es ser ecuánime. Lo otro es ser partidista». 

Otra batalla que no da por perdida es la de la caza. Defiende su afición cinegética y se desespera cuando alguien propone acabar con la ganadería estabulada. «Creo que nos estamos volviendo todos gilipollas, porque la ganadería es caza estabulada. De los jabalíes vienen los cochinos, de los muflones las ovejas, de los íbices las cabras, y de los urus los toros y las vacas. Se fueron estabulando para tenerlos más a mano. Estamos viviendo un nivel de estupidez alarmante».

Tras lamentar que el agua haya dejado de ser un bien común de todos los españoles y confesar su aversión a los reinos de taifas, Pérez Henares propone darle una vuelta al Estado de las Autonomías. «Se pretendía evitar el salpullido separatista y no se ha conseguido. Las concesiones y privilegios no han aminorado los instintos nacionalistas. Fraga también tenía razón cuando dijo que había que ir a una administración única para cada cosa. No puede ser que tengamos más funcionarios que Alemania».

¿Cuáles son tus lugares favoritos, dentro de Castilla-La Mancha, sin contar Guadalajara? «Uno de mis sitios favoritos es Campo de Calatrava. Otro lugar maravilloso es Toledo, donde puedo estar cinco días perdido, sin enterarme. Cuenca también me entusiasma, porque la siento muy cercana. Y, cuidado con la sierra de Alcaraz y el nacimiento del río Mundo, en Albacete. Tenemos una Comunidad absolutamente extraordinaria. Yo no soy manchego, pero me siento maravillosamente bien en la Mancha. La región, como toda España, ha dado un salto hacia adelante».

Aunque hace tiempo que abandonó las tertulias de radio y televisión, «por simple dignidad profesional», nadie va a impedirle decir lo que piensa. Le gusta ir de frente. Llamar a las cosas por su nombre. Considera que García-Page podía hacer algo más, pero también reconoce que es «el único dirigente en activo que dice lo que siente en el Partido Socialista, mientras otros están traicionando sus siglas y su historia». 

«Alguien – añade Chani – tendrá que rehacer el partido que está destrozando Sánchez». Y ese podría ser Emiliano García-Page.

«Me siento más identificado con la Guadalajara rural que con la urbana»

Es hijo de labradores con una punta de ganado. En la planta baja de casa estaban las mulas y los cerdos. Un poco más allá, el corral de las gallinas. En el primer piso, la familia, y arriba los atrojes. Así describe Antonio Pérez Henares el hogar familiar, antes de subrayar la influencia de su abuelo materno, Valentín, y la imagen impresionante del gran perro mastín que protegía a las ovejas y con el que cruzaba a lomos, por un vado, el río Henares.

A los cinco años empezó a ir al colegio y a los ocho se trasladó con sus padres y hermanas a Durango, donde el progenitor, que se había ido delante, ya les estaba esperando.  «Mi primer maestro, al que tenía particular devoción, se llamaba Don Enrique. Siendo ya mayor, todavía pudo leer algunos libros míos que le hice llegar a su casa de Chiloeches (Guadalajara). El abuelo Valentín y Don Enrique despertaron en mí la vocación por la escritura». 

La adaptación a Durango tampoco fue fácil. «Lo pasé mal en un colegio público y también en los jesuitas. Era el maketo. La discriminación del nacionalismo siempre ha existido. Mi gran trauma fue cuando seleccionaron a los niños para cantar en el coro. Había que entonar el 'ave, ave, Maria' y me echaron el primero. Tú, Pérez, fuera. No vales para esto. Desafinaba mucho, pero noté ese componente xenófobo y racista que tienen los nacionalistas».

Siempre quiso ser escritor y uno de sus libros de cabecera sigue siendo 'El libro de las tierras vírgenes', de Kipling. Le encantaban también las novelas de Jack London, Conrad o Stevenson y guarda, como oro en paño, la medalla de plata de un premio juvenil que le dieron por un relato titulado «Miradas desde el picachuelo», que escribió con tan sólo 14 años.  

Entre Jadraque y Matillas, a orillas del Henares, se encuentra Bujalaro, el pueblo natal de Pérez Henares, con una plaza mayor que lleva su nombre. Detrás de las letras grabadas en la placa se reflejan algunos recuerdos de su primera infancia. «Había una agricultura de subsistencia – cuenta el escritor y periodista – y se comía lo que producíamos. Por el centro del pueblo pasaba la carretera y el resto de las calles era puro barro.  No existía agua corriente y la electricidad se generaba en la minicentral de 'El Chocolatero', aunque la luz de la bombilla se iba y venía, se iba y venía. Los vecinos escuchaban la radio de alguna casa cercana en la que ponían el volumen muy alto».

Enamorado de su tierra, Antonio sigue apegado a ella. «Siempre me he sentido más identificado con la Guadalajara rural que con la Guadalajara urbana. Yo soy ­– añade – del Común de la Tierra de Atienza, en el que estaban también Sigüenza y la Sierra Negra, llegando hasta Huete (Cuenca)».

Desde allí, la historia se desliza hacia Alcolea del Pinar y el Alto Tajo. «Soy también muy del Tajo, al que van a parar todos nuestros ríos provinciales», asegura, mientras su mujer, Mari, que ve cómo se nos está echando encima la mañana, nos invita a tomar algo.

Cuando le pregunto por sus rincones preferidos para la desconexión y el descanso, no lo duda un instante. Lo tiene muy claro: «mi casa de Bujalaro y el monte de Albalate de Zorita, donde me compré una finca hace algunos años».