Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


Fuga de talentos

22/01/2024

Lo venimos repitiendo hasta la saciedad: si en España sobra improvisación y falta planificación en todo, en el ámbito académico y universitario estas dos circunstancias han adquirido un sesgo escandaloso. La torpe política de creación de titulaciones en las universidades de nuevo cuño, más en función de los caprichos del político de turno y de los votos de los partidos que en base a las necesidades reales y de las posibles salidas, ha generado un problema de muy difícil solución.
Quién iba a prever que la enorme ola de emigrantes salida de aquella depauperada España de finales de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, cuando la mecanización rural dejó a miles y miles de campesinos sin trabajo y se vieron obligados a buscarse el sustento en los países avanzados europeos, en condiciones deplorables, se iba a repetir casi medio siglo más tarde con sus nietos perfectamente formados.
El estallido universitario de los años ochenta y noventa que llenó a reventar las aulas de las viejas universidades, la creación de nuevas universidades y centros académicos (aunque la mayoría sin pizca de imaginación, cual es el caso de nuestra universidad), hizo que se empezara a hablar de las generaciones mejor formadas de la Historia de España. La atracción de la universidad hizo que fueran miles los jóvenes que, despreciando las posibilidades ofrecidas por una formación profesional minusvalorada, dejaran sus pueblos y se establecieran en la capital, en una fuga a menudo definitiva.
Este prodigioso 'boom' no haría más que acrecentarse desde el 2000 a nuestros días, sin que el ministerio de Educación acabara de tomarse en serio la tarea de dignificar la Formación Profesional para dar salidas a jóvenes deseosos de hallar una solución rápida a su vida. Pronto se hizo palpable el hecho de que la profusión de profesionales cualificados en ramas tradicionales hacía inviable su absorción por parte del mercado nacional; si a eso le unimos los míseros salarios de los que tenían la fortuna de hallar una 'salida' convirtiéndose en 'mileuristas' sin expectativas, no es extraño que empezáramos a ver el inicio de una nueva fuga que, en muy pocos años, se tornó desbandada hacia muy diversos países, en especial Estados Unidos, Alemania y Reino Unido.
Se daba así la triste paradoja de que esas universidades de las que tan ufanos nos sentíamos y que tanto costaba mantener, en vez de generar provecho y prosperidad a nuestra sociedad, beneficiaban a otros países que, como Alemania, Países Bajos, Francia, Suiza o Reino Unido, invertían menos dinero en formación universitaria, pasando a constituir un nuevo fenómeno migratorio.
Y es así como hemos llegado a la situación en la que lamentablemente nos encontramos hoy día, con una cantidad alarmante de españoles que optan por buscar un futuro mejor más allá de nuestras fronteras, y que, a principios de 2023 rozaba los tres millones, según el Padrón de Españoles Residentes en el extranjero, elaborado por el INE. La mayoría de las familias españolas tienen algún hijo o hija trabajando en alguno de los países a los que aludíamos y aún a otros más lejanos (Japón, Australia, Nueva Zelanda), resignados, en mayor o menor grado, a su suerte, y pese a su deseo de volver. La solución a este problema no es sencilla ni va de política de subsidios, ayudas o subvenciones, sino de medidas eficaces que den estabilidad a los jóvenes con planes de carrera y de condiciones laborales y salariales dignas como las que ofrece cualquier país  avanzado. En tanto no se aporten soluciones válidas y eficaces a esta sangría, la pérdida de capital humano irá contra el futuro y el progreso de España, viendo cómo nuestros mejores formados ingenieros, economistas, físicos, profesores y personal sanitario nos dejan, al tiempo que fluye hacia nuestro país un número ingente de emigrantes faltos, en buena parte, de la formación más básica. Mal negocio. Al final acabaremos todos sirviendo cafés en Benidorm.