Rigor, pluralidad, objetividad y pasión por Cuenca

Leo Cortijo
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Rigor, pluralidad, objetividad y pasión por Cuenca - Foto: Reyes Martinez

Estamos de enhorabuena. La Tribuna cumple diez años al servicio de una provincia como Cuenca en una segunda etapa fructífera e intensa desde el primer instante. El reloj avanza rápido y de forma inexorable y los tiempos cambian a pasos agigantados, tanto que desde aquel relativamente cercano septiembre de 2013 han pasado muchas cosas. Tantas como para entender el contexto general desde un prisma muy distinto. Aunque la esencia es la misma, esta tierra y estas gentes han cambiado conforme lo ha hecho la propia vida, que dista mucho de ser lo que era con respecto a hace una década. Podría sonar a frase hecha o a hipérbole desmedida, pero no lo es. Créanme cuando les digo que en esta profesión, posiblemente más que en ninguna otra, y no es un ejercicio de chovinismo barato, cada semana cuenta. Es más, cada día cuenta. Cada minuto en el que un medio de comunicación porta la bandera de la libertad de prensa, es una victoria. Y si además, como es el caso de La Tribuna, lo hace con unos cimientos infranqueables de rigor, honestidad, pluralidad y objetividad, mucho más. Por esa razón, cumplir diez años de vida es motivo para celebrar por todo lo alto.

Desde 2013, la cabecera del grupo Promecal en territorio conquense ha pisado diferentes terrenos. Hasta 2016, el lector acudía presto a su cita con la mejor información de forma diaria, de miércoles a domingo, siendo un medio de pago. En abril de ese año, la empresa dio un giro al modelo y apostó por una nueva fórmula que funcionó muy bien durante un periodo notable de tiempo. El quiosco seguía siendo el hábitat natural de La Tribuna, pero en esta ocasión únicamente durante el fin de semana, como periódico semanal. Aquel producto, vigente durante más de tres años, se volcaba especialmente en el tratamiento en profundidad de los grandes temas de la semana, tanto en la cuidad como en la provincia. Pero había que dar un paso más, y de esta forma, a finales de 2020, año tremendamente complicado en todos los sentidos, La Tribuna dio el paso más decidido y consistente hasta la fecha. Un golpe en la mesa cuando más arreciaba el temporal. El periódico volvía a ser diario, en este caso de lunes a viernes, y –esa es la principal apuesta– gratuito. Desde el 21 de diciembre del año que pasará a la historia como el de la pandemia, el lector puede recoger su periódico en medio centenar de puestos repartidos por toda la ciudad y también en Tarancón, como principal municipio de la provincia. Desde ese momento, la numerosa tirada con la que todos los días amanece la ciudad se agota en cuestión de horas, en una respuesta inequívoca de aceptación y agrado de la edición en papel de La Tribuna, que se completa, minuto a minuto, en www.latribunadecuenca.es.

Durante estos diez años, hemos contado algunas de las noticias más importantes que han servido para configurar la historia moderna de Cuenca, como ciudad y provincia, y también de los conquenses, como corazón de la misma. Como testigos y analistas de lo que pasa a nuestro alrededor, hemos llevado en nuestras páginas muchas alegrías, pero también algunas tristezas. No nos ha quedado otro remedio… Vivimos por y para ello. Siempre desde el punto de vista crítico, sin dejarnos de preguntar por qué, cómo o para qué. Esa es la labor del periodista. No estamos aquí para ser meros escribanos del día a día, sino para aportar algo más. Mucho más. Para hacer, de la mano de los conquenses, historia. O al menos, si no, recogerla en la mayor obra de memoria colectiva que una sociedad puede tener: un periódico impreso diario. La Tribuna, como la propia Cuenca que se encarama a la roca para mirar desafiante al abismo, ha dibujado su propia senda. El periódico de los conquenses ha moldeado 'su ser' y 'su estar' atendiendo a una única premisa: la pasión que sentimos por esta tierra y por su gente. Somos lo que somos gracias a ellos.

Un medio de comunicación no puede permanecer ajeno a la idiosincrasia que marca el paso, como los mejores banceros bajo el anda, de una ciudad. La Tribuna forma parte del paisaje urbano de Cuenca. Como sus Casas Colgadas, su Torre de Mangana o su Puente de San Pablo, pero también su Semana Santa, su vaquilla o sus ferias de San Julián… Lo llevamos en el nombre y en nuestro ADN. Un paisaje empedrado, amurallado y vetusto en calles, callejas y callejones mágicos para viajar en el tiempo. Un paisaje patrimonial de casas y rascacielos que se asoman a lo desconocido y burlan la lógica más básica. Una paisaje histórico, mezcolanza de culturas dibujada en una orografía onírica, inexpugnable, casi imposible, del que se agarra a la vida entre dos hoces… entre el equilibrio y el vértigo. Un paisaje monumental de góticos tempranos, puentes férreos y madereros, y edificios medievales. Un paisaje cultural, refugio de artistas que quedaron prendados de maravillas únicas. Somos la ciudad que enamora a primera vista. Somos la ciudad que pintó Zóbel, que escribió Muelas, que filmó Saura o que canta Perales. Un paisaje natural que se respira con aires serranos de piedra, agua y poderoso verde, ciudades encantadas y yacimientos de un valor catedralicio. Y ahora, también, un paisaje gastronómico. Por que en Cuenca se vive, se disfruta y, además, se come bien, muy bien.

Este periódico se mimetiza a la perfección con los usos y costumbres de los conquenses, con sus tradiciones, valores, gustos y preferencias. A ellos, precisamente, les hemos otorgado una voz predominante durante esta década. Ellos llevan la voz cantante del periódico, porque, al fin y al cabo, ellos son los que marcan la agenda de un medio que pone en el centro de sus necesidades a los lectores. Son la razón de nuestra existencia. Ni más ni menos. Así de sencillo. 

Hay muchas historias que contar. Y las contamos, por supuesto, con profesionalidad y rigor. Pero también con gusto, ilusión, entusiasmo y, sobre todo, pasión. No podemos entender esta profesión sin pasión, ni siquiera esta Cuenca de nuestros amores sin esa misma cualidad. Porque, díganme ustedes, ¿qué es vivir sin pasión?

Justo en su décimo aniversario, La Tribuna vive un año de consolidación a todos los niveles. Además del 'pulmón' informativo que significa estar en el día a día y de los completos especiales semanasantero, sanjulianero y, ahora, mateo, este medio de comunicación celebró por primera vez en su segunda etapa el gran acto 'Miserere'. A las puertas de la Semana Santa, el periódico quiere reunir, año tras año, a los principales actores de la sociedad conquense y a ésta en su conjunto. Autoridades políticas, civiles, empresariales o culturales se dieron cita en un magno evento en el Museo Paleontológico en el que estuvo todo el que tenía que estar. La intención de nuestro grupo es consolidar esta gran puesta de largo y hacer de 'Miserere' el gran evento anual de la sociedad conquense.

Y así llegamos al momento actual, a una encrucijada apasionante en la que, como periodistas y medio referente en la provincia, tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos. En realidad, nunca hemos trabajado de otra manera que no sea la de poner toda la valía, los conocimientos y los medios técnicos y humanos por y para los conquenses. No sabemos trabajar de otra manera. El grupo Promecal, con toda su fuerza, se vuelca en esta tarea. Y aquí estamos, contándolo y plasmándolo en todas y cada una de nuestras páginas. Toque lo que toque y venga lo que venga. Allí estaremos. Lápiz y libreta en mano; tinta y papel; tecla e internet. Somos parte de ese paisaje que hemos cincelado día tras día. Y se lo contamos a diario de la mejor forma posible para plasmar una huella inmortal en el tiempo e inalterable en la historia. Crecemos con Cuenca y Cuenca crece con nosotros. Creemos en el potencial de esta tierra y estas gentes. Somos, nosotros y ustedes, La Tribuna. Somos, nosotros y ustedes, Cuenca. Por, como mínimo, otros diez años más.