La huella imborrable de una mujer centenaria

Héctor Madrigal
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La residencia Amma El Pinar, de Chillarón, se volcó en el cumpleaños de Marciana Herraiz

Un siglo de vida derrochando fuerza y coraje ante la adversidad más extrema merece un reconocimiento de la sociedad. A ese caluroso homenaje se sumó ayer el Ayuntamiento de Cuenca para celebrar por todo lo alto los 100 años de vida de Marciana Herraiz Segovia en la residencia Amma El Pinar, situada en la localidad de Chillarón.
 
Esta centenaria «incansable y trabajadora», como la define su sobrino Esteban González, nació el 12 de julio de 1915 en El Tobar, muy cerca de Beteta, aunque residió la mayor parte de su vida en Valdeolivas. Desde muy pequeña, Marciana tuvo que ponerse a trabajar para ganarse la vida y labrarse un futuro mejor. «Su infancia fue dura. Durante la Guerra Civil tuvo que trabajar de sirvienta en el molino de Las Juntas y luego se casó», explicó este familiar, que visitó a su tía junto a su prima Máxima Provencio.
 
Amante de la cocina y de los animales, esta mujer conservó siempre una salud de hierro hasta que sufrió un ictus e ingresó hace cuatro años en la residencia conquense. «Marciana es, ante todo, una persona bondadosa, constante, cercana y muy trabajadora. Aún tiene una gran fuerza vital», subrayó.
 
Palabras a las que se sumó el alcalde de Cuenca, Ángel Mariscal, quien entregó un ramo de flores a esta «luchadora», viuda desde hace 18 años y sin hijos: «Me agrada ver que Marciana y todos los residentes están tan bien tratados en estas magníficas instalaciones, que cuentan con servicios de peluquería o podología, entre otros».
 
En su «apuesta por los mayores», el primer edil, acompañado por la concejala Gracia Vigara, mostró su deseo de «diseñar una ciudad accesible y mejorar la movilidad para estar más cerca de nuestros ancianos».
 
Emoción y alegría. Los residentes y trabajadores de Amma El Pinar prepararon una emotiva fiesta a Marciana. Entre aplausos y cánticos, los residentes felicitaron a la centenaria, que recibió una tarta y una placa conmemorativa.
 
«Es un honor celebrar el siglo de vida de Marciana, como ya hicimos el año pasado con Lorenza. De este modo, queremos mostrarle todo nuestro cariño y afecto», incidió Pedro José Ceballos, director de esta residencia privada, que atiende a 95 personas y tiene plazas concertadas con la Junta de Comunidades.